«Mortier dimisión, Mortier destitución»

Las reacciones no se han hecho esperar tras la jugosa rueda de prensa del pasado 15 marzo en la que el Teatro Real presentó la programación de la próxima temporada, la primera firmada íntegramente por Gerard Mortier. En ella se desveló —de manera oficial— la ausencia de ópera española, por mucho que el director belga diga que Mercadante vivió mucho tiempo en Madrid y que «Ainadamar» trata sobre Federico García Lorca; así como la escasa presencia de intérpretes españoles, que él no dudo en justificar debido a que «los cantantes españoles no cantan en estilo. Interpretan igual a Verdi que a Puccini». Declaraciones que hizo delante del presidente de la Fundación del Teatro Real, Gregorio Marañón; el director general, Miguel Muñiz; y el director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem), Félix Palomero . Una institución, esta última, que tanto ha defendido durante los últimos tres años la difusión y las cuotas de la música española en las programaciones, algo que no debe tener excesiva relevancia en el teatro madrileño —al menos este año— aunque disfrute de subvención pública. A estas ausencias se suma la falta de grandes voces y del gran repertorio, apostando en su lugar por la creación del siglo XX y XXI.

Una programación que ha levantado ampollas entre los aficionados y algunos abonados, hasta el punto de que el mismo día aparecía una página en Facebook, «Por la supervivencia de la Ópera: Mortier dimisión» , en la que se pedía la salida del director artístico del colilseo madrileño. «Toda vez que el Teatro Real se surte, en gran parte, de dinero público, me parece que este señor muestra un total desdén por el público al que ofrece un programa como el que nos acaban de presentar. Si el año pasado ya hubo bajas, este año habrá más aún; pero no importa : él considera que ésta es la programación de un teatro puntero y así nos la impone; la pregunta es : ¿quiere el Real ser un teatro de referencia o quiere un programa acorde con sus gustos? Si fuera una empresa privada, sin subvenciones, o tuviera que buscarse patricinadores, como en los EEUU, ¿sería este señor el director artístico? Y sin olvidarnos de quienes aquí le han puesto, que no ha venido solo», afirma una de las personas que se han sumado a esta página.

Pero ésta no es la única iniciativa contra Mortier. También los cantantes españoles ha mostrado su malestar tras sus palabras a través de un manifiesto que ha empezado a circular para recoger firmas y en la que piden la destitución del director belga. «Dado que ningún responsable del Ministerio de Cultura, del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música o del Patronato de la Fundación Teatro Real ha salido en defensa de los cantantes españoles, nos vemos obligados a expresar públicamente nuestro rechazo a las declaraciones del Sr. Mortier y a defender la calidad de nuestro trabajo», reclama el manifiesto que despliega varios punto defendiéndose de tales acusaciones: «Desde el siglo XIX, España ha sido uno de los países donde mayor número de cantantes de prestigio internacional han surgido. Esto continúa siendo de aplicación en el momento presente». Y añaden: «Los cantantes españoles son continuamente reclamados por los teatros de ópera más importantes del mundo -Viena, París, Berlín, Roma, New York, Zurich, Amsterdam, Salzburgo, Milán, etc.- para representar en ellos todo tipo de repertorio, obteniendo gran éxito de crítica y público año tras año». Y muestran su indignación al comprobara como «es la primera vez que se escucha al director artístico de un teatro de ópera descalificar la calidad interpretativa de todos los cantantes de una determinada nacionalidad, basando su crítica precisamente en la nacionalidad de dichos intérpretes».

Concluyen la carta con dos peticiones: «La destitución del Gerard Mortier como director artístico del Teatro Real» , y «que los cantantes españoles tengan las mismas oportunidades que sus compañeros de otras nacionalidades para cantar en dicho teatro, de manera que su presencia en él no sea algo excepcional, tal y como ocurre en estos momentos».