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AL DÍA

Primavera en Madrid

«Tomahawk» sobre los pueblos a democratizar, y a eso lo llaman «Libertad Duradera» u «Odisea del amanecer»

IGNACIO RUIZ QUINTANO

Democracia: gobierno del pueblo por el pueblo. Para imponerla lejos de casa, los anglosajones se parapetan en algún lugar ignoto de los océanos y entonces lanzan miles de misiles «Tomahawk» sobre los pueblos a democratizar, y a eso lo llaman «Libertad Duradera» u «Odisea del amanecer». Son los mismos que llaman «asesino» a un tío que, sin más defensa que un trapo rojo en la mano, se enfrenta a un toro bravo en un ruedo. A partir de aquí, todos los valores están pervertidos; todos, menos el de la primavera de Madrid, tentación tan inmensa como la primavera bética, pues las dos nos vienen precedidas por esa ola de campo que es el toro. En la suprema desfachatez de la cultura democrática del «Tomahawk» pensaba uno el domingo en Las Ventas, cuando los de la sombra en el «10» despedíamos al invierno contemplando a las honestas guiris del sol en el «6», echadas sobre el tendido como focas blancas y rubias, de leche y miel. Antes, para recibir a la primavera, estaba la calle de Serrano, que era una mezcla del Espolón burgalés y la pasarela Cibeles, con sus muchachas de piernas inverosímiles, las niñas de Serrano, que Gallardón nos ha arruinado con su nefasta reforma. Las aceras de Serrano son hoy velódromo para zánganos y aparcamiento de motos, con sus negros charcos de aceite para que chapoteen las niñas de Serrano con sus toreras. Así que, para saludar a la primavera madrileña, primavera provista de la efímera gracia de las muchachas en flor, ahora hay que ir a Las Ventas, donde las muchachas en flor vienen de Ohio, de Nápoles o de Osaka, unidas por el «ole» a un novillero francés que recibe de capote a un toro de Salamanca. «Palacio, buen amigo, / ¿está la primavera / vistiendo ya las ramas de los chopos?…», preguntaba Machado por Soria desde Baeza. «Palacio, buen amigo, ¿está la primavera / echando ya los aceites de las motos / del zaguán y las aceras?…», preguntaría hoy por Madrid. O por lo que de él nos han dejado.

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