De las ansias de paz al «sí a la guerra»
El «no a la guerra» y el discurso pacifista han formado parte del ADN del jefe del Gobierno, hasta ahora

El «no a la guerra» de José Luis Rodríguez Zapatero ya es historia. «Este es un país de puentes, de acuerdos y de paz. La mejor garantía de la seguridad, ¿sabe cuál es, señor Aznar? La paz, no la guerra». Así se expresaba Zapatero, entonces en la oposición, en febrero de 2003, poco antes de que estallara la guerra de Irak. Ocho años después, el presidente del Gobierno socialista abandera el «sí a la guerra» en Libia, amparado en la «legalidad internacional».
«Le reclamo que sea prudente y que sea leal con la ciudadanía de este país, y que sea leal y un aliado de la España de la paz, que es lo que quiere la inmensa mayoría de los españoles». El mensaje pacifista de Zapatero se repetía semana tras semana en el Congreso de los Diputados en 2003, era su principal arma política para tratar de desgastar a José María Aznar, aunque como se vio en las elecciones autonómicas y municipales de mayo de ese año, la guerra de Irak apenas influyó en los resultados.
La «paz» era la palabra mágica de Zapatero, que se esforzaba por presentarse precisamente así, como un político pacifista frente al «belicismo» del Gobierno del PP. «Vote por el tiempo para la paz», le instaba a Aznar en el Parlamento. «Irak es un inmenso error para la paz en el mundo», insistía.
La «paz» formó parte de la tarjeta de visita de Zapatero desde que llegó a La Moncloa en 2004, lo mismo que el diálogo social o la lucha contra el cambio climático. Aún en su discurso de investidura de 2008, el candidato socialista afirmaba: «Solicito la confianza para impulsar una clara idea de España: un país próspero y a la vez decente, un país eficiente, un país unido y diverso, un país comprometido con la causa de la paz y en la lucha contra el cambio climático y la pobreza». Y luego insistía: «Mi idea de España es la de un país inequívocamente europeo y europeísta, puente de Europa con Iberoamérica, defensor de la paz y la solución multilateral de los conflictos». Añadía: «Seguiremos trabajando por una Europa que promueva la paz».
El «pacifista» Zapatero había ido hasta a hora a remolque de sus socios europeos a la hora de afrontar el conflicto de Libia, e incluso trató de frenar en el último Consejo Europeo las urgencias mostradas por Francia y Reino Unido. Ahora, una vez aprobada la resolución de Naciones Unidas, el presidente del Gobierno protagoniza su último giro, el que va de la paz al «sí a la guerra»: «He dispuesto la participación de medios navales y aéreos de nuestras Fuerzas Armadas en el dispositivo que se ponga en marcha para asegurar el cumplimiento efectivo de la Resolución de Naciones Unidas».
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