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Una historia en Toledo, más allá de Toledo

La novela «Sombras de Mariposa » transcurre en un periodo estratégico de la estancia de los visigodos en España. Lo que se describe con precisión, aunque también con la habilidad de quien conoce las técnicas y las reglas internas de la tensión del relato.

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POR JESÚS FUENTES LÁZARO

Quienes sean amantes de los libros y la lectura tal vez conozcan la experiencia. Tal vez. Sin pretenderlo, se encuentran con un libro inesperado. En su interior, se pueden desarrollar una o varias historias tan sugerentes como atractivas.

Es lo que me sucedió recientemente con la novela de Guillermo Galván Sombras de mariposa . Un hallazgo, un libro sorpresa. Una novela situada en el Toledo de Leovigildo, Hermenegildo y Recaredo, aunque vaya más allá de Toledo. Una historia que, narrando la Historia de una época y un tiempo, habitualmente ignorados, enseña, entretiene, engancha. Es un momento crucial de la historia de Spania, contado por un autor que siente pasión por lo que escribe. Sin necesidad de falsificar, edulcorar o simplificar unos acontecimientos tradicionalmente instrumentalizados. Es una novela desnuda, cuyos mensajes deben ser elaborados por el lector.

Por casualidad –como suelen suceder estas cosas, si bien en este caso lleva el nombre de Nicolás Fernández Suárez del Otero– tuve la ocasión de presentar, al autor y su novela, el 26 de noviembre pasado, en la Sala Capitular del Ayuntamiento de Toledo. Un edificio herreriano, con trazas del hijo del Greco. Un lugar en el que durante siglos se ha ido configurando la voluntad popular. Para el presentador, una suerte y una oportunidad. Sobre todo tras la lectura del libro y el paralelo conocimiento personal del autor. Lo cual obliga a convocar a posibles lectores para que puedan compartir tan gozosa experiencia. Promover adeptos a una obra que pudiera pasar desapercibida en las estanterías saturadas de ficciones históricas o seudohistóricas.

La novela Sombras de mariposa transcurre en un periodo estratégico de la estancia de los visigodos en España. Lo que se describe con precisión, aunque también con la habilidad de quien conoce las técnicas y las reglas internas de la tensión del relato. Es la época, probablemente, más brillante del pueblo godo en España. Y no precisamente por lo que ha pretendido una historiografía manipulada al servicio de un proyecto ideológico-político conservador, sino por lo que vamos sabiendo de un pueblo, entre nosotros reiteradamente despachado como bárbaro.

A través de las páginas de la novela conocemos los acontecimientos esenciales de aquellos dos reinados: el de Leovigildo y el de Recaredo. Por medio, una guerra civil, con impronta religiosa contra un padre y un hermano, promovida, en el otro lado, por un hijo y un hermano, Hermenegildo, que siglos después sería proclamado santo. Y en su trasfondo internacional un juego de poder incruento, o cruento en ocasiones, con otros reinos vecinos o invasores, como Bizancio, Austrasia, Neustria, Burgundia, Sabaria.

Por ella, la novela, sabemos de las costumbres de esos pueblos, de las relaciones sociales y personales, de la economía, de los enfrentamientos entre facciones religiosas, de los amores con fines políticos o estrictamente sexuales. Descubrimos a unas gentes que estuvieron por aquí durante un periodo de dos siglos y medio. Los sentimos cercanos, posibles. Los personajes, tantos los históricos como los ficticios, actúan y se comportan con la lógica de la naturaleza humana. De ahí su proximidad y su probabilidad. Sienten, sufren, conspiran, intrigan, se enfrentan y guerrean en su época, pero sin resultar en ningún momento ajenos a sus circunstancias temporales. Guillermo Galván ha construido un ingenio narrativo de cromatismo variado con los ingredientes de la vida ordinaria.

La guerra civil, provocada por el combate entre el arrianismo dominante y el catolicismo, que busca suplantarle en el poder político, social y económico, se mueve dentro de los parámetros de cualquier guerra de religión. Tras la religión, como siempre ha sido, se emboscan ambiciones personales, actitudes visionarias, resistencias ante lo desconocido, heroicidades espontáneas de gentes que, en otras circunstancias, hubieran sido normales, no héroes. Los amores tampoco son inmortales, porque en la realidad casi nunca los son. Y como en ella, hay pasión, pero también fingimiento, pactos de poder, ansias de territorios. En cuanto a las tramas e intrigas de reyes, reinas, nobles, obispos, militares son las habituales, cuando el poder se convierte en el último elemento regulador del comportamiento de los hombres y las mujeres. Si, también, mujeres porque en esta urdimbre histórica, como sucedió en la realidad, participaron en un mundo que pretendían controlar y dominar. Ahí están Goswinta, las historias trágicas de sus hijas o el protagonismo de Ingundis en las decisiones rebeldes de su esposo Hermenegildo.

En la novela de Guillermo Galván Sombras de mariposa no hay que buscar asesinatos de ficción. Los reales formaban parte de la vida ordinaria. Tampoco se precisan detectives que mantengan una trama de investigación porque, como en la Historia misma, los motivos de los asesinatos en ocasiones se descubren y en otras no. Todo resulta tan realizable como pudo ocurrir en la realidad.

En estos días en los que abunda la novela histórica como producto fácil de consumo, la de Guillermo Galván se sale de la epidemia colectiva. Lo que no quiere decir que no sea una novela histórica. Es Historia, se lee fácilmente, no engaña, no tergiversa. Simplemente deja que los hechos transcurran como pudieron ser, como han sido siempre sin las deformaciones de la metodología histórica o de las instrumentaciones ideológicas. Para llegar a este resultado han sido empleados, según confesión del autor, ocho años de trabajo, de investigación de fuentes, de análisis de datos, de creación y destrucción de hipótesis hasta encontrar las más viables.

El resultado es una novela sólida, no oportunista. Aunque si oportuna, en cuanto a viene demostrar que, con inteligencia, esfuerzo y rigor, es posible «novelar» un periodo ignorado de nuestra Historia. Al margen de coyunturas editoriales o de circunstancias de mercado. Y para que su valor de referencia no nos desoriente, habría que situarla junto a algunas obras o autores que supieron entender la trascripción de unos acontecimientos históricos en el formato de un relato literario de calidad: Robert Graves, Horward Fast, Joseph Roth, Hella S. Hasse o Youcernair.

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