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Gadafi, más acorralado

Gadafi, más acorralado REUTERS

LUIS DE VEGA

Bengasi, la segunda ciudad de Libia, ha organizado una semana después de derrocar a Muamar Gadafi una especie de gobierno local o ayuntamiento con el que llenar el actual vacío de poder. Otras ciudades del este del país, bastión opositor que ya no depende de la autoridad de Trípoli, también cuentan ya con este denominado consejo que está formado por catorce departamentos.

Esta es una manera de ganarse la confianza no solo de los habitantes sino también de la comunidad internacional que empieza a ver con preocupación la posibilidad de que Libia quede dividida en dos. Las regiones orientales albergan además los más importantes yacimientos de petróleo del país, lo que multiplica esas preocupaciones, especialmente entre aquellos que, como España, tienen empresas sobre el terreno.

Según la edición digital del diario Quryna, el gobierno provisional de Bengasi estará encabezado por el ex ministro libio de Justicia Abud al Jeleil.

Cada uno de los departamentos de Bengasi tendrá un representante a la cabeza —una especie de concejal— que será el que participe en las reuniones del consejo. No hay ninguna mujer entre ellos pero El-Gallal asegura que es porque algunas, como ella misma, han rechazado la propuesta. Están representados, explican distintas fuentes a ABC, todos los sectores de la sociedad: los jóvenes, las tribus, los empresarios, la universidad, la policía, los sanitarios... En la toma de decisiones participarán también los integrantes de la coalición que organizó las marchas de protestas convocadas para el pasado 17 de febrero y que originaron la actual ruptura de vínculos con el dictador.

«No ha habido saqueos» También la mayoría de los militares de Bengasi, entre ellos muchos altos mandos, se han unido a la revolución y tendrán su peso en el nuevo órgano rector de la ciudad, pero «tenemos que ver quiénes tienen las manos manchadas de sangre, porque esos no estarán en el consejo», afirma El-Gallal. Anoche debía anunciarse quién será el militar que encabece este departamento. Reconocen en los engranajes del nuevo poder de Bengasi que éste es un puesto importante, pues de él dependerá en gran parte la seguridad y estabilidad de la zona.

Fathi Tarbul, miembro del comité popular que controla Bengasi y uno de los líderes del levantamiento popular, aseguró ayer a un grupo de periodistas que las fuerzas leales a Gadafi «controlan únicamente el 15 por ciento del país».

Ante la incertidumbre de cuál puede ser el resultado del nuevo estado libio, Hana El-Gallal es clara: «No estamos por un estado islámico del tipo Irán o Afganistán. Somos musulmanes pero queremos elecciones, democracia y unas sólidas relaciones con el exterior». «Somos gente civilizada y pacífica. Estos días no ha habido saqueos y se lo estamos demostrando al mundo».

Testigo de que esa revolución ha costado muchas vidas es el Hospital Jala, el mayor de Bengasi. Allí siguen, al igual que en los otros dos de la ciudad, cientos de heridos cuya vida pende de un hilo, como la de Ahmed Sati, de 50 años, al que una bala le entró por la oreja y le salió por debajo de la nuca dejándolo paralizado de cuello para abajo. Sati quiere hablar con el reportero pero no puede y se limita a decir sí o no con los párpados. El doctor Abdallah reconoce que tienen almacenados numerosos cuerpos desmembrados sin poder identificar. Es el resultado del empleo indiscriminado de munición de gran calibre contra los manifestantes. En la morgue hay también otros cadáveres que será difícil que algún día sean reconocidos.

En las neveras permanecen además los cuerpos de varios jóvenes africanos que, según el funcionario del hospital, son mercenarios que murieron tratando de defender al régimen de Gadafi. Al menos uno de ellos iba vestido con ropa militar, pudo observar este periodista.

La batalla de Trípoli Mercenarios africanos a sueldo de Gadafi son también algunos de los que están tratando de que la ciudad de Misrata, la tercera del país, no se una a la lista de las que han sido ya liberadas. Han sido llevados hasta allí en helicóptero y ayer dispararon sobre los cortejos fúnebres de las víctimas del viernes, informa Afp. Los combates se han sucedido a lo largo del fin de semana, según ha sabido ABC de fuentes en esa ciudad que han informado de ataques en el aeropuerto pero no han podido determinar el número de fallecidos. Pero Misrata, unos 200 kilómetros al este de Trípoli, sigue en manos de la oposición, al igual que Zawiyah, unos 50 al oeste, que también tratan de recuperar las tropas oficialistas. Zouara, también al oeste, permenece bajo control de la oposición pero rodeada.

En Trípoli, el régimen de Gadafi se está apoyando en civiles armados para no perder el control de la ciudad después de que varios barrios lleven varios días siendo escenarios de enfrentamientos. Un empresario relató a la agencia Associated Press que vio a leales al dictador entrar en una de las sedes de los comités revolucionarios, pilar del aparato gubernamental, y salir armados. El tirano, añade, ofrece coche y dinero al que lleve a tres personas para que se unan a las patrullas que están llevando a cabo. Algunos, en camiones y armados con armas automáticas, son jóvenes y adolescentes y llevan brazaleces o cintas en la cabeza de color verde para expresar su apoyo al régimen.

La disputa de la capital, principal núcleo de poder que le queda al dictador, se está llevando a cabo por barrios. En el de Tajoura los leales al líder bloquean los accesos mientras los residentes bloquean con piedras las carreteras y hacen barricadas incluso con los troncos de las palmeras.

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