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La escalada del petróleo convierte la salida de la crisis en misión imposible

Una tormenta perfecta: la incesante subida del crudo encarece las materias primas, combustibles, alimentos e hipotecas

La ola revolucionaria en el mundo árabe sigue ahondando la herida del mercado energético. Impulsado por la misma intensidad arrolladora con que las revueltas en Libia y Bahréin zarandean sus despóticos regímenes, el precio del barril de Brent —de referencia en Europa— se mantiene fuera de todo control. Aunque finalmente se situó en los 113 dólares, ayer estuvo a punto de coronar el máximo de 120 dólares (119,79 dólares), no visto desde agosto de 2008.

Desde que estallaron las revueltas en el país al que se aferra Muammar el Gadafi, el crudo del mercado de Londres se ha revalorizado en un 12%, una situación que ha despertado nuevos fantasmas en una crisis que no termina de apaciguarse: los expertos temen que la violencia se extienda en los principales exportadores de hidrocarburos y gas natural, entre ellos Argelia y Arabia Saudí, Irán; que la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) no se decida a abrir el grifo del suministro para ahogar la escalada de precios y, sobre todo, que, precisamente ahora, cuando algunos países de la eurozona comenzaban a ver la luz al final del largo y arduo túnel de la crisis, la subida de la inflación y el consiguiente ascenso de los tipos de interés dinamiten esos modestos signos de recuperación.

Incluso, desde la Agencia Internacional de la Energía (AIE) se sugiere un escenario aún peor. El director ejecutivo del organismo internacional, Nobou Tanaka, advierte que si el importe se mantiene por encima de los 100 dólares el resto del año la economía internacional padecerá una crisis similar a la del 2008, año en que se derrumbó el coloso financiero Lehman Brothers y se propagó la epidemia económica desde el foco estadounidense.

De hecho, el propio ministro de Industria, Miguel Sebastián, que hoy presentará en Consejo de Ministros su plan de ahorro energético, ha querido limitar su impacto a los precios: en 2010, según apuntó esta semana, cada subida de 10 euros suponía un coste de 6.000 millones de euros a la economía española. De este modo, el aumento del coste de casi 20 euros del Brent durante los últimos meses habría dado lugar a un sobrecoste de 12.000 millones.

Su huella en la llamada economía doméstica no se haría esperar. El crudo más caro tendría un efecto generalizado sobre el importe de las materias primas y los alimentos, ya que resulta fundamental tanto para su producción como para su transporte. Otros sectores, como el turismo, también recibirían un duro varapalo. La Agencia Internacional de Transporte Aéreo (IATA) ha lamentado que el encarecimiento «se trata del mayor desafío para las aerolíneas».

La diversidad de las fuentes de suministro —el mercado español importa de Rusia, Nigeria, México y Arabia Saudí, con un peso que varía desde el 9% al 12% del total—, con refinerías distribuidas por gran parte del litoral español, garantiza «flexibilidad» a la hora de responder ante una posible paralización de las exportaciones libias, recalca la CNE. Pero la verdadera inquietud radica, no tanto en el abastecimiento como en las alarmas encendidas por varios miembros del comité ejecutivo del BCE, que avisaron de que la entidad subirá los tipos de interés, en caso de que se dispare la inflación.

Preocupación en Bruselas

Lo que hace unos días era apenas un rumor, alimentado por la turbación y el recrudecimiento de los enfrentamientos en Libia, se ha convertido en el reconocimiento público de un estado de creciente nerviosismo. El portavoz de Asuntos Económicos de la CE, Amadeu Altafaj, destacó ayer «su preocupación» porque la subida del importe del crudo contribuya a aumentar la inflación, ya de por sí elevada en los últimos meses.

El pasado enero, los precios subieron en la eurozona un 2,4% de media en relación al mismo mes del año anterior y dos décimas respecto a diciembre, fruto sobre todo del comportamiento alcista de los combustibles. Este aumento —y los que podrían llegar por la nueva alza— podría animar a la entidad presidida por Trichet a subir el precio oficial del dinero, situado en el 1% desde hace muchos meses. Este movimiento se produciría antes de lo previsto por los analistas, que lo situaban en el tercer trimestre del año, y sobre todo, lejos del asentamiento de la ansiada recuperación lo que puede truncarla. Y el efecto en el bolsillo no se ha hecho esperar, el precio del litro de gasolina se encareció en la última semana un 1% más (hasta una media de 1,284 euros el litro) y roza los máximos de 2008.

La solución saudí

La escalada puede remediarse con más producción y la última palabra la tiene ahora el reino saudí, que concentra un 21% de la producción mundial. El diario británico «Financial Times» aseguró que Arabia Saudí se encuentra en «conversaciones activas» con varios países europeos para compensar el déficit de suministro. Los analistas confían en que una pronta respuesta del mayor exportador del mundo, lograría atajar la senda alcista de los precios. No en vano, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) anunció ayer una caída de entre 500.000 y 750.000 barriles de petróleo en la producción diaria mundial, el equivalente a un 1% del consumo.

La inestabilidad de Libia, con su producción estimada de 1,7 millones de barriles diarios, el 2% de la producción mundial, representa una amenaza lo suficientemente alarmante como para generar una riada de pérdidas generalizadas en las bolsas mundiales y de encarecimiento de las primas de riesgo, situación a la que España no resulta ajena. La Comisión Nacional de la Energía (CNE) no cree que un posible corte total del suministro, como ya ha amenazado Gadafi, provocase problemas de abastecimiento en nuestro país, aunque avisa: «crisis geopolíticas» como la actual «conllevan una mayor volatilidad en los mercados internacionales que se reflejan en alzas de las cotizaciones de los crudos». Es decir, el elevado precio del petróleo será una constante, a menos que se disipen la represión y las revueltas.

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