El 23-F en seis escenas
Cuando algunos diputados fueron sacados del Hemiciclo por los golpistas, se creó un grave silencio en la sala. Probablemente fue el momento más tenso que se vivió en las 18 horas que duró el asalto al Congreso
El Diario de Sesiones del 23 de febrero de 1981 termina de forma abrupta poco después de las 18 y 20 horas cuando las taquígrafas se tiraron al suelo al oír los disparos de los golpistas. Los cuatro secretarios de la Mesa del Congreso —Víctor Manuel Carrascal, Leopoldo Torres, Soledad Becerril y José Bono— recibieron el encargo de hacer un relato de los hechos sucedidos en la Cámara, «desde la entrada violenta de la fuerza armada (18.23 horas) hasta su salida (12.15 del 24 de febrero)». Para la reconstrucción del secuestro se basaron en cuanto observaron y escucharon, y utilizaron las cintas facilitadas por RTVE y la Cadena Ser. Estos fueron los momentos más tensos: 18.23h. «Irrumpen violentamente en la Cámara»
«Se produce movimiento de diputados en la Cámara, sorprendidos por los ruidos que proceden del exterior. Cuando el sr. Carrascal repite el voto negativo del sr. Núñez Encabo, y pregunta “¿Qué pasa?”, irrumpe violentamente en la Cámara, por la puerta situada a la izquierda de la Presidencia y Mesa del Congreso, un Jefe de la Guardia Civil, que resultó ser el teniente coronel Tejero, quien, portando una pistola, se dirige a la tribuna de oradores (...) gritando: “¡Alto! ¡ Quieto todo el mundo!”» 18.25h. «¡Quietos! ¡Que vais a dar a alguien de los nuestros!»
«El vicepresidente primero del Gobierno, abandonando el banzo azul, se dirige al teniente coronel Tejero; éste le dice: “¡Siéntese, diputado!” haciendo caso omiso el teniente general Gutiérrez Mellado, que es zarandeado violentamente por varios elementos armados y, en ese momento, se producen diversos disparos y ráfagas de fusil ametrallador, cuyos impactos pueden observarse en la bóveda del Hemiciclo y en las paredes de las tribunas destinadas a los medios informativos e invitados (...)
Durante los disparos alguien dijo: “¡Quietos! ¡Para, para! ¡Que vais a dar a alguien de los nuestros!”
El presidente, los vicepresidentes y el secretario general son cacheados. Se incorporan a sus respectivos escaños los diputados y miembros del Gobierno, que, durante 10 minutos, aproximadamente, habían permanecido en el suelo. Al incorporarse, son obligados a permanecer con las manos visibles, oyéndose gritos de: “¡Las manos fuera; manos arriba, eh! ¡Manitas arriba!”
Mientras se producen los disparos, el vicepresidente primero del Gobierno permanece en pie fuera de su escaño. El teniente coronel Tejero se dirige (a él) y con ayuda de otros guardias, le zarandea y golpea violentamente. Incluso le agrede por la espalda sin que (Gutiérrez Mellado) caiga al suelo. El vicepresidente primero ocupa su escaño.
Uno de los ocupantes se dirige al presidente de la Cámara, solicitándole que hable a los diputados para tranquilizarles. El presidente responde que, en las circunstancias en que se encuentra, considera que no puede ejercer la Presidencia.
La Sra. Balletbó abandonó el Hemicilo, habiéndose tenido conocimiento posterior que la misma hizo saber, para salir del Salón, su avanzado estado de embarazo. Posteriormente, una persona que vestía uniforme de capitán de la Guardia Civil y que resultó ser el capitán Muñecas se dirige a la tribuna de oradores». 19.35h. «Al próximo movimiento de manos, se mueve esto, ¿eh?»
«El presidente del Gobierno en funciones abandona el banco azul y se dirige a uno de los asaltantes, diciendo: “¡Quiero hablar con el que manda la fuerza!” Se oyen gritos y voces que dicen: “¡Retírese! ¡Silencio! ¡Schsss!”
Un guardia, situado en la parte superior derecha del hemiciclo, dice, con toda claridad: “Tranquilos, señores; al próximo movimiento de manos, se mueve esto, ¿eh? (señalando la metralleta). Así que los de las manitas ésas, tranquilos. Eso cuando estén solos. Aquí se ha acabado”. Inmediatamente, el sr. Suárez se pone en pie (...). “¡Sr. Suárez! ¡Se siente, coño! ¡Se siente! ¡Que se siente!”» 19.40h. «Se produce en la Cámara un grave silencio»
«Poco después, aparece por la puerta de entrada al Hemiciclo, situada a la izquierda de la Presidencia y Mesa, el teniente coronel Tejero, el cual grita: “El General Milans nos manda un abrazo. Ha decretado la movilización general”. Desde los pasillos exteriores al Hemiciclo se oyen gritos confusos, coreados con vivas; inmediatamente después: “¡Viva España!”, que es respondido con muchas voces que dicen: “¡Viva!”.
El teniente coronel Tejero coge por el brazo al presidente del Gobierno en funciones, y ambos salen del Hemiciclo. Pasados unos minutos, las fuerzas ocupantes hacen salir del Hemiciclo, por este orden, a los siguiente señores: González Márquez, Gutiérrez Mellado, Guerra González, Rodríguez Sahagún y Carrillo; el abandono del Hemiciclo lo hacen los citados señores con el intervalo de pocos minutos entre unos y otros; con excepción de González Márquez y Gutiérrez Mellado, que lo hacen al mismo tiempo. En este momento, se produce en la Cámara un grave silencio (...) 22.00h. (aprox) «Al recibir un roce en el cuerpo, hagan fuego»
«El sr. Fraile y el Sr. Bono se dirigen a miembros de la fuerza ocupante y manifiestan su preocupación ante un posible corte de fluido eléctrico. Ante la sorpresa y estupor de todos los presentes, Tejero grita, dirigiéndose a la fuerza ocupante: “Si hubiera un apagón de luz en la puerta donde estén Uds., al recibir un roce en el cuerpo, hagan fuego”. A continuación, alguien dice: “¡Pónganse en las puertas y puestos! ¡En las puertas! ¡Nadie empuje las puertas, si se apaga esto, porque recibirá fuego!”» 08.50h. del 24-F: «¿Pueden tenernos como a una pandilla de forjidos?»
«El sr. Fraga se levanta de su escaño, desciende al centro del Hemiciclo y dirigiéndose a Tejero y a otros oficiales que le acompañan, dice: ¿Puede la Guardia Civil tenernos como a una pandilla de forajidos a tantos hombres indefensos? (Gritos de ¡muy bien, muy bien! y ¡Viva la democracia! y ¡Viva España!). Se ordena callar al sr. Fraga y, en ese momento, se unen a las fuerzas ocupantes, que estaban en el Hemiciclo, alrededor de 40 guardias, que portaban sus armas en posición de hacer uso de ellas. Se escucha, incluso, el chasquido de montar armas. El sr. Fraga (...) dice: ¡Yo ya no aguanto más, disparen contra mí (abriéndose la chaqueta)».
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