La Policía toma la Complutense
Un fuerte dispositivo de seguridad impidió anoche un botellón en el campus. El vandalismo dejó al caballo sin antorcha la semana pasada

Arriba, la plaza de Ramón y Cajal, donde se encuentra el monumento «Los portadores de la antorcha», totalmente despejada anoche. Junto a estas líneas, un agente municipal contempla al famoso caballo sin la antorcha
La escultura «Los portadores de la antorcha» estaba anoche —más bien, seguía— sin antorcha. Y sin macrobotellón. Un fuerte dispositivo policial por todo el campus de la Universidad Complutense ahuyentó a los miles de jóvenes que cada fin de semana se dan cita en la plaza de Ramón y Cajal. Los muchachos, con cara de estuco veneciano. No entendían nada. Todo tan despejado, tan vacío, tan limpio, tan vigilado. Hacía años que no se veía una cosa igual.
El acuerdo «in extremis» del pasado miércoles entre el Rectorado de la Complutense, la Delegación del Gobierno y el Ayuntamiento de la capital, dio anoche sus frutos. Al menos en este fin de semana. Atrás ha quedado, de momento, el vandalismo del anterior, resultado de un macrobotellón de dos mil personas junto a la estatua del caballo y que, como ha venido denunciando ABC, fue salvajemente mutilado hasta perder la antorcha que el gigante moribundo pasa al joven para que sigua fluyendo la sabiduría y el conocimiento, de generación en generación. Los gamberros colgaron su fechoría en Youtube.
Cabizbajos
Anoche, imposible. Toda la Ciudad Universitaria estaba «tomada», blindada. Los agentes de la Policía Municipal estaban apostados, dentro de sus patrullas, en los cuatro puntos cardinales de la plaza de Ramón y Cajal, donde confluyen las facultades de Medicina, Farmacia y Odontología. También vimos vehículos de este mismo cuerpo policial circulando por todo el recinto.
El «aperitivo» de esta presencia policial ya estaba en la plaza del Cardenal Cisneros, por la que se accede a las Escuelas de Ingenieros Aeronáuticos (dependientes de la Universidad Politécnica) y a varios institutos tecnológicos. Allí, de espaldas al Arco de Moncloa, tres Unidades de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional ya montaban guardia junto a los inicios de la avenida Complutense.
Hacia las once menos cuarto de la noche, el campus estaba desierto. Cuatro muchachos caminaban cabizbajos en dirección a Moncloa. Habían dejado atrás la famosa estatua del caballo, el epicentro de los macrobotellones de la Complutense. Iban murmurando y con bolsas de plástico para el alcohol y los refrescos. ¿Dónde vais ahora?, les preguntamos. «A casa de este», contestó uno de ellos con cara de pocos amigos.
«Patrimonio de todos»
La misma cara de póker se les iba poniendo a los que asomaban por la boca del Metro. Asombrados, se daban la vuelta atrás al ver a la patrulla de Policía Municipal al borde mismo de las escaleras. «Yo no tenía ni idea», comentaba una alumna de Periodismo que, junto con dos amigas, miraba a un lado y a otro sin dar crédito al inmenso vacío de la plaza. Y ese grupo escultórico fuertemente protegido con vallas y cartel, con sello de la Universidad, que decía: «Patrimonio de todos».
El interior de la estación de Metro llegó a parecer el muro de las Lamentaciones. Salían los jóvenes del vagón tan contentos y en cuanto reparaban en otros grupos desolados y con las bolsas de bebidas en el suelo, se temían lo peor. «Si tío, sí. Que no hay botellón. Que está la Policía vigilando», comentaba un estudiante de Económicas. «Habrá que buscarse otro parque pero está difícil porque si molestas a los vecinos, enseguida te echan el “chorreo”», comentaba su amigo.
Otra alternativa
Fue, además, la noche de los móviles. Al ver el panorama y esa «ciu» (ciudad universitaria, en la jerga estudiantil) tan solitaria, todos se echaban mano al teléfono móvil para alertar al resto de la pandilla y quedar advertidos. Algunos se quedaban tan bloqueados que eran incapaces de buscar una alternativa rápida para poder divertirse.
Al cierre de esta edición todo estaba despejado y limpio de botellón: la plaza del caballo, la avenida Complutense, el Paraninfo, las instalaciones deportivas, Derecho, Filosofía, Geológicas, Biológicas... Todo menos Ciencias de la Información. Allí, algunos jóvenes, al amparo del techado y del desnivel del edificio, consumían alcohol mirando de reojo, eso sí, por si aparecía una patrulla policial. Se pidieron varias identificaciones.
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