José Luis Rodríguez Zapatero ha rebasado a Ortega: él no es ya él y sus circunstancias, sino que, cada vez más vaporoso, ha quedado reducido a sus circunstancias a secas, que son las que le conducen a una decisión y a su contraria, sucesivamente. Porque, según filosofó ayer en el pleno de control del Congreso, cambiar de criterio es la prueba del nueve de que se tiene criterio. Tal cúmulo de divagaciones, aparentemente inútil, le sirvió para evadirse y no responder ni a una sola de las preguntas que le planteó Mariano Rajoy, centradas una vez más en las calamidades económicas y en los bandazos monclovitas: el último, la liquidación de la «doctrina Garoña». Al líder de la oposición se le ve relajado ahora que ha trascendido que no se hace la cama y (parece) tampoco se la hacen ya a él. Entretanto, el jefe del Ejecutivo se refugió en el despacho de José Bono y se marchó una hora más tarde flanqueado por el presidente de la Cámara, estrategia con la que se zafó de los periodistas. No fue el caso de la vicepresidenta Elena Salgado, siempre bizarra, que sí atendió a los medios y lo hizo con más energía que una acatarrada y desvaída Ángeles González Sinde.
El alud del «chivatazo» y los eres
A medida que se consolida la sospecha de que el presidente del Gobierno no optará a un tercer mandato, más focos se colocan sobre Rubalcaba, el que aterrizó con mando en plaza para arreglarlo todo sin prever el alud político sobrevenido del «faisán» y los eres podridos, inabarcable incluso para él. Los suyos aún siguen confiando en sus recursos («qué bien Alfredo, no entrando al trapo», opinaba Mamen Sánchez), pero la ovación más rotunda fue, desde la bancada derecha, para Soraya Sáenz de Santamaría. En algo estará acertando el PP, apuntaba José Luis Ayllón ante el anuncio de que el «vicetodo» y titular de Interior se escaqueará del Congreso el próximo miércoles. Por el banco azul merodeaba, con aire nostálgico, el ahora diputado raso Mariano Fernández Bermejo (qué jugosas, aquellas crónicas cinegéticas), al tiempo que el republicano Joan Ridao buscaba una foto junto a Zapatero. Luisa Fernanda Rudi, candidata del PP en Aragón, comentaba que sus perspectivas electorales van «encarriladas», con el ojo puesto en el PAR, como también está ya inmerso en los bolillos autonómicos Santiago Cervera, aspirante en Navarra. Y un diputado vasco hablaba de Patxi López. Lo de «todo por la paz» que ahora esgrime el lendakari ya lo ha oído antes, decía, y no le suena nada bien.