Vigor canario
Se ha cerrado la edición vigésimo séptima del Festival de Música a lo grande con cuatro conciertos de la Royal Philharmonic Orchestra
Se cierra la edición vigésimo séptima del Festival de Música de Canarias a lo grande con cuatro conciertos de la Royal Philharmonic Orchestra, en dos programas interpretados en Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife que han supuesto un enorme éxito para el festival por su excelencia artística. Especialmente en el segundo de los programas con obras de Falla y un estreno absoluto de Gustavo Díaz-Jerez, encargo del propio Festival.
Charles Dutoit es uno de los grandes nombres de la dirección orquestal de nuestro tiempo. Su presencia es garantía de una altísima capacidad para lograr versiones del gran repertorio de interés y enjundia interpretativa. Aquí no fue para menos. Inició su periplo canario con un rutilante acercamiento a la obertura de «El corsario» de H. Berlioz. A continuación el pianista canario Jorge Robaina se adentró en los tremendos vericuetos técnicos del efectista «Concierto para piano y orquesta número 2 en Sol menor, op. 22» de Camille Saint-Saëns. Robaina lo sacó adelanto con corrección y buen ensamblaje con la orquesta. Después de la pausa, Dutoit y su orquesta se sumergieron en una exquisita versión de «El pájaro de fuego» de Igor Stravinski. Aquí la formación desarrolló todo su enorme potencial, la calidad en el conjunto y en las individualidades para lograr una lectura vibrante y pletórica de recursos expresivos.
La segunda jornada de los ingleses volvió a tener protagonista canario con el estreno de la obra «Ymarxa» del compositor y pianista Gustavo Díaz-Jerez. Partitura cercana a la corriente espectral, no por ello se desarrolla a través de un cauce estilístico limitado. Todo lo contrario. Díaz-Jerez propone un universo sonoro de enorme belleza y elegancia. Diversas texturas musicales se van entrecruzando con exuberante refinamiento creativo. No estamos ante una pieza programática pero en ella el propio compositor reclama referencias espaciales y sensitivas. La apuesta española de los británicos continuó con un aseado, y casi contenido, acercamiento a la suite número 2 de «El sombrero de tres picos» de Falla. Como cierre del ciclo la música de Hector Berlioz impuso su carácter vitalista y tremendamente carnoso a través de la célebre «Sinfonía fantástica,op. 14». En ella Dutoit ofreció una lectura referencial que permitió constatar el magnífico momento que atraviesa la Royal Philharmonic, en absoluta clave ascendente.
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