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Columnas / FUERA DE MICRÓFONO

¿Ingenuo? sí, ¿y qué?

El negocio no puede doblegar la paz, el respeto a los demás, la libertad de ideasy de expresión

Día 14/02/2011

ALGUNOS amigos me llaman ingenuo porque me altero con Egipto, y antes de que pueda esbozar una teoría sobre el futuro ya me dicen que sí, que vale, pero que nos acordaremos de Mubarak. Mis amigos hablan con solemnidad —parecen egipcios— y aseguran que la democracia no germina donde la religión ordena el mundo. Y cuando les digo que lo que he visto es gente ávida de libertad, jóvenes blogueros hartos que piden democracia, entonces rematan: te acordarás de Mubarak. Insisto y digo que no hay persona en el mundo que no anhele tener libertad, voz y voto, pero me vuelven a responder: te acordarás de Mubarak. Es igual, pienso, guardaré la imagen de ese niño egipcio que sostiene con sus manitas un cartel que dice: Yes we can, and we did!; sí, podemos, y lo hicimos. Lo han hecho, y han enviado un mensaje desconocido: han podido echar al tirano sin violencia, y han demostrado que es mentira que la justicia se consiga con violencia.

Estos mismos amigos me llaman ingenuo, y también antiguo, porque digo que el viaje de Bono, Arístegui y Durán Lleida a Guinea mancha la democracia, que resulta incomprensible que parlamentarios españoles, con mensaje del Rey incluido, den la mano a un sátrapa que se baña cada noche en petróleo y en el dolor de un pueblo al que se le niega aquello que para nosotros constituye la normalidad: vivir decentemente. Digo que el negocio no puede doblegar aquello en que basamos nuestra convivencia: la paz, el respeto a los demás, la libertad de ideas y de expresión. Que deberíamos tener claro esto. Que no admite medias tintas, que es o no es. Termino de hablar, y cuando ya me temía que alguien me dijera «vendrán otros tiempos y te acordarás de Obiang», entonces, algo es, hubo silencio.

Mis amigos me escuchan con poca atención cuando digo que una generación nueva de políticos ha de llegar a España. Que más allá del público acrítico y paniaguado de los mítines, toma forma una ciudadanía que se aparta de las siglas y las rémoras ideológicas y sólo quiere que España funcione. Digo que llegará el día en que tipos como Chaves o Camps, mudos ante el escándalo que les rodea, no puedan subir a un escenario a pronunciar unas palabras que ni los suyos creen ya. Digo que ahora que se cumplen treinta años de la dimisión de Suárez leo la gran biografía de Juan Francisco Fuentes, en la que Suárez en momentos difíciles decía: «La vida siempre te ofrece dos opciones: la fácil y la difícil. Cuando dudes elige siempre la difícil, porque así estarás seguro de que no ha sido la comodidad la que elige por ti». Digo que deberíamos reparar en un pensamiento así porque nos hará ciudadanos sinceros y exigentes. Mis amigos me dicen que es sólo una frase. Y entonces, uno de ellos llama al camarero y pide: «Otra botella de vino, por favor».

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