ANÁLISIS
ETA, la misma incógnita para el nuevo partido
Etxeberria e Iruin presentan una nueva Batasuna que aspira a librarse del tutelaje orgánico de la banda terrorista
La antigua Batasuna da un nuevo paso, que puede ser irreversible, hacia su desmarque definitivo de ETA, según algunos observadores, al dejar constancia en los estatutos de su nuevo partido de que rechaza la violencia , incluyendo la que ejerce la banda, y que se dota de mecanismos para evitar tutelajes de organizaciones que practican la actividad terrorista.
Los expertos dan importancia a que, más allá de una mera declaración de intenciones, estas afirmaciones queden plasmadas en un documento, los estatutos, porque compromete más a los promotores de la nueva formación a medio plazo y, también, al futuro tras los próximos comicios.
Las fuentes de la lucha antiterrorista consultadas por ABC consideran, de esta forma, que, con estos compromisos expuestos en los estatutos, el nuevo partido estrecha el margen de maniobra de ETA, que por propia voluntad no está dispuesta a abandonar su tradicional papel de gendarme de todo movimiento que realice la «izquierda abertzale». Así pues, vaticinan que la presentación del nuevo partido no habrá agradado a la banda.
A la espera de la reacción de la banda
Otra cosa es que se vea obligada a tolerarlo de mala gana. No se descarta que en los próximos días haga público un comunicado en el que escenifique su apoyo a la formación abertzale, aunque con algunos «peros» tendentes a advertir, entre líneas, a los promotores del nuevo partido que ETA sigue siendo la «vanguardia» y por ende mantiene su papel de tutelaje.
En cualquier caso, la incógnita, es más, la clave a medio plazo, está en la reacción real de la organización terrorista ante este nuevo paso de la izquierda abertzale. Los expertos no contemplan, en principio, que cometa atentados antes de las próximas elecciones de mayo. ¿Después? Ahí está la gran incógnita. Quizá, si la «izquierda abertzale», en caso de colarse en las urnas de una u otra forma, consiguiera buenos resultados, ETA decida darle nuevo margen para crear un gran frente soberanista. Un escenario en el que la banda no actuaría, pero tampoco se disolvería. Simplemente, se quedaría agazapada, a la expectativa.
Pero ETA se encuentra ante una dramática encrucijada para su supervivencia. Cuanto más tiempo pase, más le costará volver a cometer atentados -las pistolas se oxidan de no usarlas-. Pero si reanuda la «lucha armada» puede encontrarse con que, efectivamente, la «izquierda abertzale» le da la espalda. Y ETA siempre ha matado para presionar, controlar y dirigir la estrategia de su «brazo político». Y si ahora se lo amputan, ¿para qué va a asesinar? ¿A quién va a tutelar, dirigir o instrumentalizar? ¿Matar por matar, como el Grapo?
Pudiera ser también que al final ETA muriera por el procedimiento de la eutanasia, por inanición, porque se le desconecta el tubo de la «izquierda abertzale». Le evitaría el dolor de la rendición, ya que en su testamento vendería su final como una respuesta a las peticiones de su gente, no a la exigencia del Estado de Derecho.
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