UNA Y MEDIA
Camino, verdad y vida
La luz y la sal. Estos son los dos elementos con los que Cristo compara la misión de sus discípulos en la tierra
La luz y la sal. Estos son los dos elementos con los que Cristo compara la misión de sus discípulos en la tierra. Es propio de la sal preservar los alimentos de la corrupción, es propio de la luz mostrar las cosas tal y como son. Así es la tarea del cristiano en medio del mundo, pues, por un lado somos conscientes que hay muchos elementos que pueden corromper el corazón del hombre sin que éste se dé cuenta, ya que en nuestros días el demonio está empeñadísimo en mostrarnos el bien como un mal y el mal como un bien, disfrazando con nombres nuevos realidades perniciosas que destruyen al hombre. Un ejemplo muy claro: la expresión «interrupción voluntaria del embarazo» que esconde el crimen más abominable que puede cometer un ser humano. Frente a esta avalancha de mentiras que pueden malograr nuestra existencia, el creyente está llamado a ser luz que indique a los hombres dónde se encuentra la ruta que conduce a su verdadera realización, pues Cristo sigue ofreciéndose como Camino, Verdad y Vida, pero siempre mediante instrumentos humanos, es decir, a través nuestro, con el ejemplo de nuestra vida y nuestra coherencia. Dicen que el mejor predicador es «fray ejemplo», lo cual es muy cierto, pues no se trata tanto de dar sermones cuanto de manifestar con nuestras obras que Dios nos ha llamado a la vida para hacer cosas importantes, sencillas, pero llenas de belleza y de bondad.
Jesús dice que cuando la gente vea nuestras buenas obras darán gloria al Padre del Cielo, pues el cristiano no debe tener ningún afán de protagonismo, ya que todo lo que hace bien es por pura gracia de un Dios que me ha dado unos dones para que yo los entregue libremente a los demás. No son las palabras sino las obras las que autentifican la presencia salvadora de Cristo en el mundo, y para ello cuenta con nosotros.
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