«¿De qué protestan estos pocos?»
La «cola del paro» más larga del mundo fue ayer un fracaso. Solo 80 personas llegaron hasta Callao
Ni récord Guinness ni nada que se le parezca. Otra vez será. «Esto no es flor de un día. Habrá más movidas para que el Gobierno de Zapatero y todos los políticos se fijen en nosotros. Porque nosotros les pagamos y no se enfrentan a esta tragedia de cuatro millones y medio de parados», decía ayer Luis Fernández, presidente de la Asociación Nacional de Desempleados nada más «abortar», como dijo, la «cola del paro» más larga jamás pensada. Había sido un fracaso.
A la una de la tarde, en Callao, acababa una utopía. De momento. Su idea era la de formar una fila de desempleados tan larga que en tres horas, de 11 de la mañana a dos de la tarde, ocupara calles y plazas de Madrid a base de parados desde Neptuno hasta el Palacio de la Moncloa.
El recorrido, de poco menos de 5 kilómetros, se hubiera cubierto con 4.500 personas en paro, es decir, el 0,1 por ciento del total de desempleados que hay ahora mismo en nuestro país. «Es una vergüenza», decía Jesús, uno de los primeros parados en la plaza de Cánovas del Castillo. «Cuando España ganó el Mundial —se quejaba—, salieron a la calle más de un millón de almas. Parece que hay miedo a que te vean en la tele o en los periódicos y que nunca te den trabajo. Eso, o que no es verdad que la gente no tenga ni para comer».
A las 11,20 arrancaba, a duras penas, la cola. Había unas trescientas personas, aunque muchos eran curiosos. «¿Esto qué es?», «¿de qué protestan ahora?», se escuchaba entre los viandantes. Una hora más tarde, la fila solo llegaba a la mitad del paseo del Prado. Faltaba la mitad para llegar a Cibeles. Al llegar ahí, lo que debía de ser una fila estática, que se nutría con los parados que se debían de ir sumando a ella, se convirtió en una marcha de no más de cien personas cogidas de la mano.
Las mismas cien almas enfilaron la calle Alcalá. Parada de rigor y gritos contra el Gobierno junto a la fachada del Banco de España. Ni de esa boca de Metro ni de las siguientes del supuesto recorrido hasta el Palacio de la Moncloa, salían desempleados para unirse a la fila. A la una de la tarde, en Callao, quedó patente el fracaso y se invitó a los 80 que quedaban a que desistieran de su empeño.
CD a 50 céntimos
Sin embargo, la iniciativa dejó a la vista muchas tragedias humanas. Como la de María, una joven de 31 años, parada, que venía desde Aranjuez para integrarse en la cola. Y como suponía que iba a ser estática, que no se iba a mover de donde se pusiera, había decidido poner una especie de «top manta» y vender a 50 céntimos de euro unos treinta CD que le había regalado una amiga. Tiene fribromialgia y asma.«Ni encuentro trabajo ni me dicen nada de una minusvalía. Me noto muy deprimida».
O el caso de Alexia M., una auxiliar de clínica cualificada que no paraba de repetir: «Cualquiera puede ser presidente del Gobierno. A todos nos gustaría tener una pensión vitalicia pero no es eso. Queremos trabajo. Y lo que más me fastidia es que los jóvenes no tengan futuro».
Pilar, Tomás. Cristina y Óscar también se desilusionaron al comprobar que eran de los poquitos que, ayer, intentaron lograr un Guinness.
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