Diputados que se «fuman» la ley
La cafetería del hemiciclo, los lavabos y los despachos, lugares habituales para que sus señorías echen humo

«Aquí huele a tabaco». La diputada, socialista para más señas, sigue el rastro con su fino olfato y acaba en un lavabo cerca de su despacho en una planta noble del Congreso. «¡Ahí está!». Unas colillas son la prueba del delito. Su dueño ha desaparecido a tiempo, pero no ha podido evitar que el humo quede flotando y se disperse por el pasillo más cercano.
Los lavabos, como algunos pasillos recónditos de la Cámara Baja, la cafetería del hemiciclo, los despachos y algunas salas de reuniones son lugares habituales donde sus señorías fuman pese a saber que están quebrantando la ley. No todos, por supuesto, pero sí los suficientes para que en la vida interna del Congreso se haya declarado la guerra entre los que respetan la ley y no fuman en el interior de las dependencias de la Cámara, y los que han decidido burlar la norma que ellos mismos aprobaron con sus votos.
Al menos así era hasta diciembre. El 2 de enero entró en vigor la nueva Ley Antitabaco, cuya iniciativa partió de los grupos parlamentarios. Como en enero no ha habido actividad parlamentaria aún no ha podido comprobarse si los diputados fumadores que incumplían la anterior ley seguirán en el mismo camino, o ahora que se ha endurecido la norma se cortarán un poco más a la hora de encender un cigarrillo en el bar. «Mañana (por hoy) lo comprobaremos en la cafetería, fumadero habitual hasta ahora. Desde luego, si algunos siguen igual elevaremos otra protesta al presidente del Congreso», comenta una diputada indignada, seguidora quizás de la consigna de Leire Pajín. Por eso, muchos están esperando el Pleno de esta tarde, el primero de 2011, para comprobar si la situación ha mejorado o la ley sigue siendo papel mojado en ciertos lugares privilegiados.
Protestas a Bono
No sería la primera vez que la Mesa del Congreso recibe protestas, personales y agrupadas, de diputados por el incumplimiento de la ley, unas escritas y otras orales. «¡Hagan algo!», es el mensaje final. Algunos se dirigen al presidente de la Cámara, José Bono, para que actúe de forma inmediata, pero el resultado hasta ahora ha sido escaso: los diputados que fumaban lo seguían haciendo. «Sabemos quiénes son, los tenemos fichados», comenta un miembro de la Mesa de la Cámara.
«Hay alguna diputada que cuando estaba embarazada pedía por favor que se dejara de fumar, pero ni por esas hacían caso ciertas personas», señala otro diputado. Algunos, con problemas respiratorios, ni siquiera pueden entrar en la cafetería por el ambiente que se respira. «Es una vergüenza que los mismos que han aprobado la ley no la cumplan», reflexiona un parlamentario.
«Los martes y los miércoles huele más a tabaco en el Congreso», constata otro miembro de la Mesa. «Tiene una explicación: esos días suele haber Pleno, hay más diputados, y para algunos es más cómodo fumarse el cigarrito en la cafetería o en el lavabo que salir a la calle o al patio».
La atención hoy se repartirá entre la tribuna y la cafetería del hemiciclo, que sus señorías encontrarán remozada. El Congreso ha aprovechado la ausencia de los diputados en enero para acometer obras: una mano de pintura y más luminosidad para acabar con el aspecto tétrico que tenía. Lo que no cambiará es la prohibición de fumar, aunque siga habiendo quien, tras poner las cosas más difíciles todavía a los bares y restaurantes de la calle, se empeñen en «fumarse» la ley que ellos mismos impulsaron.
«Aquí huele a tabaco». La diputada, socialista para más señas, sigue el rastro con su fino olfato y acaba en un lavabo cerca de su despacho en una planta noble del Congreso. «¡Ahí está!». Unas colillas son la prueba del delito. Su dueño ha desaparecido a tiempo, pero no ha podido evitar que el humo quede flotando y se disperse por el pasillo más cercano.
Los lavabos, como algunos pasillos recónditos de la Cámara Baja, la cafetería del hemiciclo, los despachos y algunas salas de reuniones son lugares habituales donde sus señorías fuman pese a saber que están quebrantando la ley. No todos, por supuesto, pero sí los suficientes para que en la vida interna del Congreso se haya declarado la guerra entre los que respetan la ley y no fuman en el interior de las dependencias de la Cámara, y los que han decidido burlar la norma que ellos mismos aprobaron con sus votos.
Al menos así era hasta diciembre. El 2 de enero entró en vigor la nueva Ley Antitabaco, cuya iniciativa partió de los grupos parlamentarios. Como en enero no ha habido actividad parlamentaria aún no ha podido comprobarse si los diputados fumadores que incumplían la anterior ley seguirán en el mismo camino, o ahora que se ha endurecido la norma se cortarán un poco más a la hora de encender un cigarrillo en el bar. «Mañana (por hoy) lo comprobaremos en la cafetería, fumadero habitual hasta ahora. Desde luego, si algunos siguen igual elevaremos otra protesta al presidente del Congreso», comenta una diputada indignada, seguidora quizás de la consigna de Leire Pajín. Por eso, muchos están esperando el Pleno de esta tarde, el primero de 2011, para comprobar si la situación ha mejorado o la ley sigue siendo papel mojado en ciertos lugares privilegiados.
Protestas a Bono
No sería la primera vez que la Mesa del Congreso recibe protestas, personales y agrupadas, de diputados por el incumplimiento de la ley, unas escritas y otras orales. «¡Hagan algo!», es el mensaje final. Algunos se dirigen al presidente de la Cámara, José Bono, para que actúe de forma inmediata, pero el resultado hasta ahora ha sido escaso: los diputados que fumaban lo seguían haciendo. «Sabemos quiénes son, los tenemos fichados», comenta un miembro de la Mesa de la Cámara.
«Hay alguna diputada que cuando estaba embarazada pedía por favor que se dejara de fumar, pero ni por esas hacían caso ciertas personas», señala otro diputado. Algunos, con problemas respiratorios, ni siquiera pueden entrar en la cafetería por el ambiente que se respira. «Es una vergüenza que los mismos que han aprobado la ley no la cumplan», reflexiona un parlamentario.
«Los martes y los miércoles huele más a tabaco en el Congreso», constata otro miembro de la Mesa. «Tiene una explicación: esos días suele haber Pleno, hay más diputados, y para algunos es más cómodo fumarse el cigarrito en la cafetería o en el lavabo que salir a la calle o al patio».
La atención hoy se repartirá entre la tribuna y la cafetería del hemiciclo, que sus señorías encontrarán remozada. El Congreso ha aprovechado la ausencia de los diputados en enero para acometer obras: una mano de pintura y más luminosidad para acabar con el aspecto tétrico que tenía. Lo que no cambiará es la prohibición de fumar, aunque siga habiendo quien, tras poner las cosas más difíciles todavía a los bares y restaurantes de la calle, se empeñen en «fumarse» la ley que ellos mismos impulsaron.
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