La ola de suicidios a lo bonzo también llega a Marruecos
Un saharui resultó herido tras intentar quemarse vivo frente a una comisaría
El efecto de la revolución de Túnez se extiende por el Magreb en forma de inmolaciones y movilizaciones sociales. Desde que el pasado 17 de diciembre el joven vendedor ambulante Mohamed Bouazizi se prendiera fuego a las puertas de la municipalidad de la ciudad de Sidi Bouzid, en el centro del país, desesperado por los excesos policiales y sus problemas laborales, esta radical manera de protesta se ha convertido en una forma de lucha contra los regímenes de la región, donde la población sufre situaciones de humillación similares.
Dos personas se rociaron de gasolina en Marruecos y decidieron inmolarse debido a sus «problemas económicos», informó ayer la agencia oficial MAP. Es la primera vez que aparece el fenómeno del suicidio a lo bonzo en un reino que ha seguido con «fuerte preocupación» la revuelta de Túnez y ahora siente «profunda, viva y sincera solidaridad con el pueblo tunecino en su conjunto, en este periodo crucial y delicado de su historia», según una nota de su Ministerio de Exteriores. El primer suceso tuvo lugar en Casablanca, donde el suicida resultó «herido de gravedad». El segundo se produjo en el Sahara Occidental, donde el saharaui —venido de Tinduf— que trató de prenderse fuego a las puertas de la comisaría de Smara sufrió quemaduras leves gracias a la pronta intervención de las fuerzas del orden.
La vecina Argelia también vive días de tensión y la complicada situación económica ha sido el empujón definitivo para las movilizaciones. Tras ocho intentos de inmolación en la última semana —tres de ellos el jueves—, las calles de la capital fueron escenario ayer de enfrentamientos entre manifestantes opositores y la Policía. La marcha convocada por la Asamblea para la Cultura y la Democracia (RCD), que carecía del permiso de las autoridades, acabó con cientos de heridos y no logró su objetivo de alcanzar el Parlamento. Allí pretendían exigir el fin del estado de emergencia vigente desde hace 19 años, pero no lo consiguieron por la fuerte presencia de fuerzas del orden.
Al igual que se escucha en las calles de Túnez después de 23 años de dictadura, los manifestantes argelinos gritaron eslóganes como «poder asesino» o «libertad y democracia». Se trata del último episodio de unas revueltas que se repiten desde hace un mes y que dejaron al menos cinco muertos y 800 heridos en su primera semana, cuando los argelinos decidieron superar el miedo siguiendo el ejemplo tunecino. Egipto también ha registrado al menos cuatro casos en los últimos días y un grupo opositor trata de movilizar a la población desde Facebook para organizar una gran protesta contra el Gobierno el próximo martes, jornada festiva debido a que se celebra el Día de la Policía.
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