Imagino la cara que se nos quedaría a todos si el fiscal general de Estados Unidos dijera, por ejemplo, del encarcelamiento del asesino de Arizona, que «no se dan las circunstancias jurídicas para ponerlo en libertad». O un ministro de Interior europeo cualquiera sobre Al Qaeda que «no se dan las circunstancias jurídicas para que sea legal». Pues es esa la filigrana lingüística utilizada por Rubalcaba para decir que no se puede legalizar a Batasuna: «no se dan las circunstancias jurídicas para que Batasuna sea legal». Cuando era mucho más sencillo y, sobre todo, menos sujeto a especulaciones, ir al grano y destacar lo obvio, pues esas «circunstancias jurídicas» tienen nombre y apellido y se llaman pertenencia a ETA, terrorismo, asesinatos, extorsión, amenazas, crimen.
Y es que un político tan inteligente y preciso en el lenguaje como Rubalcaba no tiene lapsus. Si no quiere. De ahí lo preocupante de la frasecita de marras, pronunciada en una entrevista el martes. Y del segundo lapsus, cometido ayer, en otra entrevista, cuando pidió a Otegi que no se dirigiera al Estado sino a ETA. Como si Otegi y ETA fueran dos entidades separadas. Lo que debería llevar al propio ministro a pedir la urgente excarcelación de Otegi pues, a este ritmo con los lapsus, va a resultar que Otegi está en la cárcel porque sí, porque nos da la gana y no por su intento de reorganización de una parte de ETA, o sea, Batasuna.
No hay que olvidar que la clave de la anterior negociación del Gobierno con ETA estuvo precisamente en esta separación, en esta gravísima manipulación de la realidad terrorista, cuando se pretendió aquello de las dos mesas, con el brazo político en la mesa de negociación política.
Entonces y ahora, ETA apoyó esa estrategia. El abandono de las armas a cambio de la negociación con su brazo político. De ahí que los lapsus del ministro resulten tan inquietantes.
