Siempre recordaré, aunque más de una vez yo lo haya incumplido, un consejo que recibí de don Pío Baroja probablemente porque él lo dirigía a los literatos, y yo era un simple alevín de economista y apasionado admirador de su obra. Allí, en su casa de Juan de Mena me envió este mensaje, «Joven, huya de las metáforas; no hay ninguna buena». Y desde luego, eso en cualquier terreno científico es oportuno, pero no digamos para orientar a las gentes en el de la economía, sobre todo cuando golpea una seria crisis económica, y el político tiene la obligación de resolver un problema muy serio, que afecta, como fue en la Gran Depresión, y como sucede ahora desde luego en España, a millones de ciudadanos. Pero la tentación es evidente en los políticos. Para siempre ha quedado en la historia económica contemporánea aquello del presidente norteamericano Hoover, de «la prosperidad está a la vuelta de la esquina». O, más seguramente, en España hemos oído eso de que se contemplaban «brotes verdes». Ni había esquina, ni en un desierto se pueden contemplar brotes verdes. Pero la tentación continuó. Después fue que ya «se ve la última curva de la crisis», dentro de toda una metáfora de carreteras. Según la versión de esta última metáfora tomada de Luis Ayllón, en «ABC» de 11 de diciembre, la lucha contra esta crisis «se asemeja a una sinuosa y estrecha carretera de montaña: apenas vemos la última curva, conjurando el riesgo de derrapar, nos encontramos con el peligro de la curva siguiente», y que no llevar a cabo la actuación inmersa en las medidas económicas actuales, «sería tanto como perder fatalmente el control del vehículo en ésta que sería la última curva».
Aceptemos la metáfora. ¿Habíamos llegado a la última curva? ¿Ya estamos doblando la esquina que lleva a la prosperidad? Tomo la palabra de un profesor universitario eminente, Antonio Torrero, que se ha convertido desde hace mucho tiempo en uno de los mejores arúspices sobre lo que nos espera en el terreno de la economía. De él es una muy reciente publicación «La crisis financiera y sus efectos sobre la economía española» (Instituto Universitario de Análisis Económico y Social. Universidad de Alcalá, 2010) en la que recoge los textos de dos conferencias que pronunció los días 25 y 26 de octubre de 2010. De ella son estos párrafos que conciernen exactamente a lo que nos sucede mientras «tomamos esa nueva curva»: «Junto al programa de estabilización fiscal tiene especial importancia la expectativa de crecimiento económico de cada país…. Imaginen la situación siguiente: un país con crecimiento nulo o muy leve del PIB, con una alta tasa de paro, en el que el stock de deuda continúa aumentando, y como consecuencia de la ampliación del diferencial y del mayor peso del stock de deuda, la carga financiera sea cada vez mayor. Aun cuando los tipos de interés en el mundo se mantengan estables a niveles tan bajos como los actuales —que es mucho suponer— la carga financiera en aumento generará mayor desconfianza, se ampliará el diferencial. La situación corresponderá a un círculo vicioso». Y eso ¿es algo ajeno a nosotros, los españoles? El profesor Torrero contesta a renglón seguido: «Esa hipotética situación corresponde, en esencia, a nuestra realidad. Como ustedes saben, el gasto total de una economía procede de la inversión y del consumo. La inversión pública ha de reducirse, como consecuencia de la austeridad obligada impuesta por los prestamistas; la inversión privada depende de la disponibilidad de financiación y de la expectativa de crecimiento económico en el cual el consumo privado es esencial, pero está cortada por el excesivo endeudamiento, la escasa disponibilidad de crédito y la desconfianza en el futuro. La clave reside en la fortaleza de las exportaciones que compense la debilidad de la demanda interna». Pero, en España ¿se ha hecho algo para disminuir costes, mejorar la productividad total de los factores, que haga posible que mejore la competitividad? Caigo en la tentación que don Pío me aconsejó evitar: Españoles, ¡a agarrarse que vienen muchas curvas! Y si sólo durasen cinco años...