Marcha atrás
Quizá ha llegado el momento de aceptar que algunos de los estados que hoy forman la ONU deben ser tutelados
NO sé si es la Navidad, que suele ablandar el alma, o la melancolía que produce saber que hoy somos más pobres que ayer aunque menos que mañana, pero me embarga la duda. Empiezo a sospechar que varios de los axiomas sobre los que se ha configurado el mapa político del mundo, estaban equivocados. Me refiero en concreto a eso tan esgrimido y alabado que se conoce como derecho de autodeterminación de los pueblos.
Tengo muy claro que los seres humanos somos iguales, indiferentemente del color de la piel o de la forma de los ojos. Quien crea que hay algo esencialmente diferente entre un campesino bantú y un médico germano, que recuerde cómo se portaron los hutus con los tutsis en la Ruanda de 1994 y lo que hicieron los alemanes con los judíos en la Alemania nazi.
Para evitar que alguno me tome equivocada la matrícula, cada día estoy más convencido de que el proceso de descolonización de África fue un fiasco de proporciones dantescas. Quizá ha llegado el momento de replantearse las cosas, dar marcha atrás, aceptar que la independencia puede ser catastrófica y que algunos de los estados que hoy forman parte de la ONU, deben ser tutelados por la comunidad internacional y gestionados desde fuera.
¿Sabían ustedes que Zimbabue está hoy mucho peor que hace 40 años? Y no solo en salud, educación o renta per capita. También en seguridad y libertades, y eso que hace cuatro décadas aquello era una especie de gran finca para granjeros blancos y racistas.
Desde que «Foreign Policy» elabora la lista de «estados fallidos», aquellos incapaces de dar servicios básicos, controlar su territorio, mantener la ley y actuar como miembro de la comunidad internacional, Zimbabue aparece en los puestos de cabeza. Y este año, acompañada por otros 21 países africanos.
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