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Asesinar con el «beso del sueño» se paga con 25 años de prisión

La condenada ponía droga en la bebida de sus ligues para dejarles sin sentido y robarles

CARLOTA FOMINAYA

La mujer de origen ecuatoriano acusada de matar a Juan G.R. en 2009 por el método del «beso del sueño» ha sido condenada a 25 años de cárcel como autora de un delito de asesinato consumado, un delito de homicidio en grado de tentativa y dos delitos de robo con violencia. Verónica E.P.M. tendrá que indemnizar también a las dos hijas de la víctima, y a Isidoro I.M.R.L, con quien llevó a cabo el mismo proceso que con Juan G.R. pero, afortunadamente, sin resultado de muerte. Asimismo, la sentencia de la Sección Primera de la Audicencia Provincial de Madrid, a la que ha tenido acceso ABC, impone a la procesada el pago de las costas, incluyendo las de las acusaciones particulares.

Los hechos juzgados se remontan al 13 de marzo de 2009, cuando la acusada, que ahora tiene 35 años de edad, y en «ejecución de un plan preconcebido», acudió a la discoteca Gayarre. Aquella noche contactó con Juan G.R., de 58 años de edad, con quien entabló conversación para después proponerle ir al piso de este a tomar la última copa y mantener relaciones sexuales. Cuando se encontraban en el interior de la vivienda del hombre, la procesada sirvió a Juan una bebida alcohólica, en la que disolvió una bolsita compuesta de una mezcla de Clonazepan y Doxilamina que ella misma había preparado.

Poco después de consumir la copa, la víctima quedó privada de sentido, y después de una larga agonía fallecía en el interior de su domicilio sobre las 13.30 horas del 13 de marzo de 2009, como consecuencia de «un fallo cardiaco y respiratorio con edema de pulmón masivo, secundario a la depresión de los centros del sistema nervioso central que habían originado las sustancias suministradas por la procesada». En el momento en que Juan entró en estado de inconsciencia, la procesada aprovechó para registrar su vivienda y robar diversos efectos personales a la víctima.

La Policía Cientifica descubrió las huellas de los dedos anular y auricular de la mano derecha de la procesada en una botella de whisky y sobre una botella de limón en el interior de la vivienda de la víctima.

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