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La ciencia recorre el globo

El Hespérides zarpa el miércoles desde Cádiz para realizar la mayor expedición de la historia sobre cambio global

ARACELI ACOSTA ARACELI ACOSTA

El buque oceanográfico español Hespérides saldrá el próximo miércoles desde el puerto de Cádiz para dar su primera vuelta al mundo. Emulando la singladura de las corbetas Atrevida y Descubierta (bautizadas así en homenaje a los navíos de James Cook, Resolution y Discovery), con las que el marino Alejandro Malaspina, italiano pero al servicio de la Armada Española, completó el mayor proyecto científico español de ultramar en el siglo XVIII, el Hespérides navegará hasta Río de Janeiro, Ciudad del Cabo, Perth, Sidney, Auckland, Honolulú, cruzará el canal de Panamá y desde allí se dirigirá a Cartagena de Indias, última escala antes de regresar a España, donde se espera su llegada al puerto de Cartagena a mediados de julio de 2011. Un proyecto, liderado por el CSIC, y que ha sido posible gracias a la financiación del Ministerio de Ciencia, la Fundación BBVA, el Instituto Español de Oceanografía, la Fundación AZTI y las universidades de Cádiz y Granada.

Serán siete meses frente a los cinco años que tardaron Malaspina y sus hombres en dar la vuelta al imperio recorriendo las posesiones de la Corona española, y como en aquella expedición el objetivo es «instruirse sobre el planeta y la vida de quienes lo habitan», como afirma el historiador de la ciencia y biólogo, Andrés Galera, en su libro «Las corbetas del rey» —editado por la Fundación BBVA—, el cual narra el viaje de Malaspina.

Más de dos siglos después, y cuando se cumplen 200 años de la muerte del capitán de fragata de la Real Armada Española, quien comanda la «Expedición de Circunnavegación Malaspina 2010, Cambio global y exploración de la biodiversidad del océano global» es el investigador del CSIC, Carlos Duarte, quien coordinará el trabajo que realizarán 400 investigadores de todo el mundo a bordo del Hespérides y también del buque Sarmiento de Gamboa, que realizará la llamada Ruta Colombina, de gran interés para el estudio del clima y que discurre por el paralelo 24º Norte, tarea que le llevará dos meses y medio.

En total, ambos buques recorrerán 42.000 millas náuticas con un objetivo fundamental: desentrañar los secretos del océano y por ende del cambio global. Y es que el océano constituye la memoria del sistema climático. Cada gota de agua que alguna vez estuvo en la superficie conserva las propiedades de entonces, como si de una huella digital se tratase, permitiendo inferir las condiciones atmosféricas de la época y de ese modo conocer el alcance del cambio global.

Para ello el equipo realizará pruebas en 350 puntos y recogerá 70.000 muestras de aire, agua y plancton desde la superficie hasta los 5.000 metros de profundidad. Así, se medirán la temperatura, salinidad y concentración de nutrientes en las distintas zonas oceánicas, se estudiará el intercambio de gases entre océano y atmósfera, el destino del CO2 absorbido por el mar y la influencia de las sustancias químicas en el océano. También estudiarán la diversidad y metabolismo del fitoplancton, el zooplancton y los microorganismos de las profundidades marinas.

Cápsula del tiempo

Todas las muestras recogidas conformarán la Colección Malaspina 2010, que incluirá además información e imágenes sobre el desarrollo de la expedición y quedará sellada durante décadas a la espera de nuevos desarrollos científicos, a modo de cápsula del tiempo que permitirá que las siguientes generaciones cuenten con un amplio material para investigar.

En ese reto de desvelar los secretos del océano está lo verdaderamente novedoso de la expedición. Como explica a ABC su coordinador, el profesor Carlos Duarte, «lo que realmente es único es que vamos a hacer la primera evaluación global de la biodiversidad del océano profundo», del que hasta ahora sólo se han tomado dos muestras a nivel global. «Nosotros vamos a aportar del orden de 70 muestras más, esto es, vamos a multiplicar por 35 lo que sabemos. Esto es un hito y una contribución muy importante a la ciencia». La importancia de lo que van a hacer se refleja en que algunas de las instituciones de investigación más reputadas, como la NASA, participan en el proyecto Malaspina.

La idea es tomar muestras del océano oscuro, por debajo de los 1.000 metros de profundidad y hasta los 5.000, algo que nunca antes se ha hecho por su complicación y su coste. Para tomar una simple muestra a 4.000 metros, explica Duarte, es necesario que el buque esté parado cuatro horas, por eso han diseñado instrumentación propia para optimizar el tiempo de que disponen y poder recoger el mayor número de muestras posible.

Aunque la ambición hay que medirla a la luz de la época en que se hacen las expediciones, como reconoce Duarte, comparándola con las realizadas en el siglo XX ésta es sin duda «la más completa y ambiciosa, no tiene parangón», afirma Duarte. Una aventura, por tanto, en la estela de los grandes: Magallanes, Drake, Cook, Darwin y Malaspina.

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