Los intérpretes del «lenguaje» de los muertos
El Instituto Anatómico Forense de Madrid cumple 30 años. Es un referente de la investigación científica. Así es el complejo recorrido del análisis de un cadáver tras su ingreso

«Hallado cadáver con aparentes signos de violencia en un descampado de Arganzuela». El aviso pone en marcha todo un operativo policial, sanitario y judicial. También a una de las patas fundamentales para que las pesquisas lleguen a buen puerto: el trabajo de los hombres y mujeres que integran el Instituto Anatómico Forense de Madrid, que cumple 30 años y se ha consolidado como un referente nacional en la investigación científica. Comienza el estudio de la víctima, el crimen, sus circunstancias, causas y «modus operandi». No se trata sólo de la autopsia pura y dura, como se conoce popularmente. Los clichés aquí no valen. Desde hace unas dos décadas, la tecnología más puntera se ha ido incorporando a los estudios antropológicos, entomológicos, bioquímicos y toxicológicos que se realizan en el edificio de Ciudad Universitaria.
Arranca la investigación del cuerpo de Arganzuela. «Un buen levantamiento del cadáver puede ser fundamental», nos explica el director del Anatómico Forense, Eduardo Andreu Tena, que ha cumplido cuatro años en este cargo. «Se estudian circunstancias, si hay algún objeto accesorio, si hay medicación alrededor, la posición del cadáver, a veces se toman muestras del terreno...», añade. En el Anatómico, como es el ejemplo que nos ocupa, ingresan los cadáveres cuya defunción no se certifica y aquellas personas muertas de manera violenta y sospechosas de criminalidad. Son lo que en el medio se conocen como cadáveres judiciales.
La autopsia, siempre por orden judicial, se puede deber a muchas causas, aunque la mayoría son accidentales. En resumen, todo aquello que no es una muerte natural. El forense (hay 146) adscrito al juzgado al que le toca el turno de guardia acude al Instituto a realizar el examen. El cuerpo encontrado tiene signos de haber recibido una cuchillada en el tórax. Estamos en lo que se conoce como examen externo. Se miran y valoran esos síntomas, así como los datos de identificación, la fecha o data de la muerte y las posibles lesiones internas que pueda presentar el cuerpo.
Luego, llega la apertura de las cavidades torácica, abdominal y de la cabeza, donde se practica el estudio de los órganos internos, el microscópico y se realiza la toma de muestras. Si es necesario, se completa con un estudio bioquímico y toxicológico. Para ello existe un laboratorio especializado: «Analizamos los fluidos, como la sangre, la orina, y realizamos extracciones para su análisis». Es el paso del proceso en el que se verifica, como en el caso de Arganzuela, si el fallecido había ingerido algún tipo de droga, alcohol o sustancia farmacológica que pudiera haber provocado el óbito o ser circunstancia que agravase la lesión producida y desencadenar la muerte.
Esta parte de la investigación también nos acerca a la data de la muerte, uno de los elementos fundamentales. «A medida que nos alejamos de la hora del fallecimiento, el error va siendo mayor —nos explica el director del Anatómico Forense—. La ciencia no permite identificar la hora exacta del fallecimiento, aunque sí con un margen muy pequeño». En efecto, hay variables, como la propia causa, el lugar donde fue encontrado el cuerpo, la temperatura... Un caso es el que se vivió a mediados de enero en San Martín de Valdeiglesias con la familia Lee, unos taiwaneses que llevaban días fallecidos en su vivienda y cuyo análisis forense aún está «sub iudice», aunque todo apunta a una intoxicación.
El rigor mortis es un elemento muy importante: el cuerpo se pone rígido entre las dos y las cuatro horas posteriores a la muerte. La lividez, la frialdad, los fenómenos de putrefacción, son otras circunstancias que se estudian en el caso de Arganzuela.
Eso sí, se completan con los análisis en el laboratorio de bioquímica y toxicología: el humor vítreo (masa gelatinosa que se encuentra detrás del cristalino del ojo), la estimulación eléctrica, la muscular... Un estudio cada vez más profesionalizado, que Eduardo Andreu califica tajantemente: «El Instituto Anatómico Forense ha dejado hace mucho de ser un depósito de cadáveres».
Autopsias «blancas»
El fallecido de Arganzuela tiene una puñalada. Pese a la evidencia de la lesión, todo el proceso se lleva a cabo. No se puede dejar nada a la interpretación meramente visual o incluso al «background» que da la experiencia. Sin embargo, hay casos aún más especiales: son las llamadas autopsias «blancas», aquellas en las que no se encuentran causas para explicar la muerte. Son muy pocas las que se dan. En una muerte violenta, siempre es más fácil terminar el rompecabezas. Pero, por ejemplo, cuando con lo que nos encontramos es la muerte súbita de un adulto resulta más complicado, aunque sí se descartan motivos, como los violentos o criminales.
Hasta ahora, el análisis del cadáver en cuestión va bien encaminado, pues todo apunta, más allá de los signos externos, que murió de una certera cuchillada en el corazón. Pero su estado de descomposición es bastante avanzado. ¿Cuánto tiempo puede llevar muerto? Habida cuenta de que ha aparecido en un terreno semirural, el análisis entomológico puede arrojar respuestas sobre nuestras dudas.
Concha Magaña dirige el laboratorio de Antropología y Entomología del Instituto Anatómico Forense, que, recordemos, depende de la Consejería de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad, cuyo responsable es Francisco Granados. Es el único laboratorio de estas características en un Anatómico de nuestro país. «La mayoría de los cadáveres en mal estado —nos explica— llevan insectos que nos pueden ayudar a conocer la data, la causa y la circunstancia de la muerte».
En efecto, los insectos se alimentan de la materia orgánica en descomposición, con lo que todo su ciclo vital lo hacen sobre ellos. «Todo cuerpo lleva una fauna asociada», sentencia esta reputada científica.
Si la persona lleva muerta más de ocho o diez días, es cuando aparecen esos insectos, que suelen ser moscas y escarabajos; es decir, dípteros y coleópteros. Las moscas, por ejemplo, ponen huevos y nacen las larvas —lo que vulgarmente se conoce como gusanos—, que son las que se alimentan del cadáver. Se puede recurrir a ellas y el margen de error será mínimo: este individuo murió hace 15 días.
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