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«No quería perder la custodia... y los mató»

Vecinos de la parricida vallisoletana dicen que cada día estaba peor y que el presunto maltrato del padre a los niños «la empujó a hacerlo»

EFE

JUAN GILES

«No nos ha sorprendido que algo así pasara». Con esta contundencia se expresaban ayer algunos de los vecinos de la mujer que presuntamente asesinó a sus hijos de 9 y 11 años el jueves en Valladolid. Sabían que pasaba por dificultades desde que se separó de su marido y que éstas se agravaron por los episodios de supuestos y habituales maltratos del padre con los pequeños, confirmados a ABC desde diversas fuentes. Las mismas que coincidieron en señalar que Mari Carmen, de 40 años, «había entrado en depresión y estaba tomando medicamentos» en los últimos meses.

Para muchos otros esta realidad no existía. Consideran que la familia —rota sentimentalmente— estaba formada por «personas normales» que se relacionaban con el resto de vecinos. La madre y los dos pequeños, ahora fallecidos, eran asiduos del parque y la piscina de la urbanización de uno de los barrios más populosos de la capital pucelana. Fue a raíz de la separación matrimonial cuando empezó el calvario para mujer. Al parecer, uno de los detonantes del injustificable crimen fue el comportamiento agresivo del padre con Jairo y María que, como adelantó ayer ABC, pudo ser visto en diferentes momentos por los residentes en una zona habitada por personas de clase media-alta. Estos hechos llegaron a oídos de la madre, que incluso denunció al padre de las criaturas. Sin embargo, en el juicio «no se presentaron las personas que iban a testificar», quizás por temor a hipotéticas represalias del padre, lo que dejó a la madre sin apoyos y «hundida». Según algunas versiones, a partir de ese momento la depresión de Mari Carmen fue más profunda y los vecinos notaron que «ya no era la misma». El estado depresivo de la madre pudo influir en los pequeños que, según las mismas fuentes, «también estaban en tratamiento psicológico». Al respecto, los vecinos preguntados sí que recuerdan que ya a partir del verano «tenía demasiado protegidos a los niños». «Ya no bajaban a la piscina como otros años» y cuando lo hacían «siempre estaba de fondo diciéndoles que no hicieran tal cosa o que volvieran donde estaba ella».

La situación de la parricida empeoró por la falta de un trabajo. Esta situación provocó que la madre de Mari Carmen se mudara a la vivienda para tratar de ayudar a su hija también económicamente. A pesar de la presencia materna, los vecinos coinciden en que «cada vez se la veía en peor estado» y que «se la viera menos».

El juicio frustrado y la situación financiera pudieron hacer que la mujer «pensara que iba a perder la custodia de los pequeños y quizá por eso los mató». Una patria potestad que, como adelantó ayer ABC, ya había pedido el padre y que según los propios vecinos pudo ser «el empujón final de lo sucedido». En cuanto a la investigación, la autopsia realizada ayer a los dos menores desvela que la madre pudo usar algún tipo de somnífero, lo que refuerza la ida de que posteriormente los asfixió. No será hasta la próxima semana cuando se confirme este extremo. Antes, la madre ya habrá tomado declaración, aunque ayer no lo hizo porque seguía ingresada en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Clínico de Valladolid tras el ataque de ansiedad que sufrió al ser detenida, varias horas después de acabar con la vida de sus hijos, que no habían ido ya por la mañana al colegio.

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