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Atún rojo: ¿Una tregua suficiente?

La Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico ha decidido dar un respiro a la especie. Mientras los pescadores hablan de «recorte político», los ecologistas denuncian «la avaricia de la industria»

ÓSCAR CHAMORRO

miguel ángel barroso

El atún rojo (Thunnus thynnus) se ha convertido en el caballo de batalla de la industria pesquera, los ecologistas, científicos y políticos, y la controversia ha alcanzado tales picos de tensión que recuerda a la que en su día se dirimió sobre las ballenas. El último capítulo tuvo lugar en París a finales de noviembre. La Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT , en sus siglas en inglés), reunida durante diez días en la capital francesa, aprobó la reducción de la cuota de pesca para esta especie hasta las 12.900 toneladas, un 4 por ciento menos que la cifra anterior (13.500 toneladas). «Se trata de un recorte político para lavar la imagen de algunos países que no cumplen con la ley», señala Juan Serrano, director del Grupo Balfegó (empresa dedicada a la pesca, acuicultura y comercialización del atún rojo) y portavoz de la Asociación de Pesca de Cerco. Para la Confederación Española de Pesca, es una «solución de conveniencia para acallar a las ONG». Las organizaciones ecologistas hablan de «decepción» y lamentan que «la avaricia y la falta de gestión se han impuesto de nuevo frente a la sostenibilidad y el sentido común». La solución de ICATT, por lo que se ve, no ha contentado a nadie.

Uno de los pescados más codiciados del mundo, especialmente en Japón (que compra el 80 por 100 de las capturas y donde llegan a pagarse miles de euros por un ejemplar) , el atún rojo o de aleta azul puede superar los cuatro metros de longitud y llegar a los 1.000 kilos de peso. Después de tres milenios de explotación, sus pesquerías en el Atlántico oriental y el Mediterráneo llegaron al borde del agotamiento como consecuencia del comercio internacional y un exceso de capturas, en buena parte ilegales. En 2006, WWF estimó que se pescaban entre 50.000 y 60.000 toneladas, casi el doble de la cuota establecida entonces por ICCAT, que era de 32.000 toneladas; los ecologistas señalaron a las flotas francesa, italiana, turca y libia como responsables de la enorme presión a la especie. En noviembre de 2006 se estableció un nueva cuota: 29.500 toneladas. Desde entonces, la pesquería se ha ido restringiendo, reduciendo la temporada de captura y el cupo total, establecido para 2010 en 13.500 toneladas. Y llegó la reunión de París, donde por cierto no se habló solo del atún rojo (también del bonito o del tiburón, entre otras muchas especies, hasta sumar 520.000 toneladas de pescado), pero nada pudo robarle plano.

Diferentes puntos de vista

Juan Serrano, del Grupo Balfegó, cree que hay que destacar el informe del comité científico de ICCAT, que estima que la pérdida de biomasa del atún rojo en los últimos 50 años ha sido del 57 por 100, no del 80 por 100 como apuntan los más alarmistas.

«De hecho, el comité recomendaba mantener las 13.500 toneladas hasta 2013. Ese nivel permitiría llegar con el 60 por 100 de probabilidades a una población sostenible en 2022 . Si pescáramos cero atunes, el objetivo se alcanzaría en 2019... pero, ¿a qué precio? Ocho mil empleos en Europa y 2.500 en España dependen de esta pesquería. Las peticiones de las ONG son desproporcionadas, aunque cuenten con la simpatía de la comisaria europea de Pesca, María Damanaki, que no escucha al sector. El CITES no aceptó incluir este pez en la lista de especies amenazadas. Por razones obvias los primeros interesados en su supervivencia somos nosotros». Hay 33 barcos de cerco en Europa, de los que seis son españoles. Hace unos pocos años había 178 en el continente, lo que demuestra que las reservas de los caladeros han menguado de modo significativo.

«La industria se agarra a la menos mala de las estadísticas, pero lo cierto es que la tarta es tan pequeña que no hay raciones para todos. Las empresas quiebran, los barcos se desguazan y la pesca ilegal hunde los precios», comenta Raúl García, responsable de Pesquerías de WWF España. «Un año de buen reclutamiento no significa que la población de atún rojo se haya recuperado; hasta dentro de ocho temporadas estos ejemplares jóvenes no serán los grandes reproductores que la especie necesita para experimentar una mejoría». WWF considera que ICCAT fracasa de nuevo por culpa de la presión de los países mediterráneos de la UE. La crítica se extiende al Ministerio de Medio Ambiente español, que «continúa apoyando el statu quo de la pesquería».

Frente a la reducción de 600 toneladas, los ecologistas pedían una cuota inferior a las 6.000, lo que, en su opinión, permitiría la recuperación del túnido antes de 2020.

«Esta reducción mínima del cupo es insuficiente para asegurar la recuperación del atún rojo en el Mediterráneo», opina Sergi Tudela, responsable de Pesca del Programa Mediterráneo de WWF. «El interés de ICATT no es la sostenibilidad de la especie; tan solo los intereses a corto plazo». Celia Ojeda, responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace , plantea una pregunta: «¿Usted se subiría a un avión que tuviera un 60 por ciento de posibilidades de no estrellarse? Es muy arriesgado hablar de la recuperación del atún en esos términos. El informe de ICCAT es un poco desastroso» . Greenpeace se muestra también muy decepcionado con el papel del Gobierno español, «que debería proteger las zonas de desove del Mediterráneo, en especial el santuario balear. Ahora tendrá que decidir cómo reparte la parte que le corresponde entre los pescadores de cerco y los tradicionales».

Trazabilidad del producto

La mala fama de los cerqueros es combatida por el biólogo Fernando López-Mirones, autor del documental «Ultimatun» . «Lo cierto es que se comportan de forma ética, al menos los españoles», asegura. «Rodar con los cerqueros de Tarragona me ha costado el boicot de varias ONG con las que, por cierto, he colaborado durante años. No creo que la actividad de la "industria" —según definición de los ecologistas, para que suene mal— tenga más impacto que la almadraba, que captura a los animales antes de reproducirse. En mi película se demuestra que el atún sí es capaz de procrear en las jaulas una vez que es capturado. Hablamos de un pez, no de un cetáceo; una hembra pone millones de huevos al año. Cada individuo cuenta, además, con su propio "código de barras" o trazabilidad que le acompaña hasta la mesa del restaurante. Así el consumidor tiene toda la información sobre el proceso seguido por el producto. Mientras rodábamos en el barco ni siquiera comimos atún porque hubiera sido ilegal hacerlo». López-Mirones no cree en el colapso de la especie, pero sí en los problemas de las pesquerías a causa de la pesca ilegal.

La famosa trazabilidad, sistema de control establecido por ICCAT en 2008, no siempre es todo lo transparente que cabría esperar. La información pasa de mano en mano —de los barcos a los países, de ahí a la propia Comisión, que la introduce en una base de datos—. En 2009, un centenar de cargamentos con destino Japón (5.000 toneladas) no pudieron ser trazados hasta la granja de origen. Y Tokio empezó a sospechar de que había gato encerrado. Bloqueó la importación de más de 3.500 toneladas procedentes de granjas del Mediterráneo ya que, según sus inspectores, el ritmo de engorde de los peces era biológicamente imposible. Además, había granjas que exportaban más de lo que habían adquirido de forma oficial.

Sin respeto a las normas

En noviembre pasado, poco antes de la reunión de ICCAT, se hicieron públicos los resultados de una investigación periodística internacional sobre el mercado negro del atún rojo —valorado en unos 4.000 millones en el último decenio— ( International Consortium of Investigative Journalists ). El informe saca a la luz la grave falta de control de esta pesquería, con numerosos casos de violación de las cuotas, vuelos ilegales de apoyo, gran número de capturas de juveniles y ejemplos en los que los propios gobiernos no han declarado el pescado obtenido. El capitán de pesca francés, Roger Del Ponte, comentó a los investigadores de ICIJ su trabajo entre 1998 y 2007: «Todo el mundo estafaba. Había normas, pero ninguno las respetábamos». La investigación apunta que la Administración pesquera francesa ha tapado durante años las actividades ilegales de su flota y declarado deliberadamente capturas muy inferiores a las reales .

«En todas las actividades económicas hay tramposos. Lo que no es razonable es que paguemos justos por pecadores y se intente criminalizar el sector», señala Juan Serrano, del Grupo Balfegó. «Nuestros barcos llevan observadores internacionales a bordo. Los controles son preceptivos. Si alguien ha hecho algo malo, que lo retiren del terreno de juego y lo lleven ante los tribunales».

Los científicos de ICCAT tendrán que evaluar de nuevo la situación del atún rojo en el Atlántico oriental en 2012. El pez más poderoso de los océanos, cuya carne en salazón alimentaba a las legiones romanas en un tiempo en que no había cuotas ni se discutía por su futuro en foros internacionales, hoy suele acabar su viaje en una lonja de Tokio y, después, acompañando al arroz y el marisco en un plato de sushi. ¿Por cuánto tiempo?

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