El tamaño es lo que importa
No tienen sentido posiciones independentistas que inducen a la fragmentación económica
Artur Mas ha equivocado el disparo en su afán de reclamar al Gobierno de España un concierto económico para Cataluña. El candidato nacionalista debería orientar su reivindicación con un objetivo de mayor alcance, para que llegara hasta la Comisión Europea y, si se apura, a oídos de Angela Merkel como vigilante de la política de austeridad contra la crisis. El virtual presidente de la Generalitat, por lo menos si nos atenemos al consenso de las encuestas, podría percibir así la reacción de Europa a un planteamiento que resulta anacrónico en la actual comunidad de vecinos integrada en el euro.
Los políticos españoles deberían ser conscientes de la moraleja que subyace detrás de los demoledores acontecimientos que se están viviendo en el Viejo Continente. Islandia, los países bálticos y ahora Grecia e Irlanda han sucumbido a las inclemencias del tiempo económico en tanto que Portugal ha empezado a poner las barbas en remojo. España puede presumir aún de quedar lejos del terremoto gracias a la dimensión de una economía, «to big to fail» en términos anglosajones, que está sirviendo de escudo protector a Zapatero. Pero lo último que pueden entender los mercados de capitales y los gobernantes europeos que habitan en los pisos de arriba es el ánimo secesionista que abriga determinadas opciones ideológicas en territorios que se dicen históricos dentro de nuestro país.
España no se está salvando de la quema por su capacidad para asumir ajustes ni reformas, sino porque Europa no puede permitirse el lujo de dejar en la intemperie a sus grandes Estados miembros. Pero los inversores no harán excepciones en medio de la crisis y por eso no tienen sentido posiciones independentistas que inducen a la fragmentación económica. En un mercado global, lo que importa es el tamaño.
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