El precio justo

Ni el director Lee Chang-dong, ni la cinematografía coreana a la que pertenece, ni la maravillosa actriz protagonista, Yun Junghee..., nada de lo que podría considerarse envoltorio y promoción de esta película actúa aquí a favor de ella. Son desconocidos. Si alguien se decide a atravesar esa cortina opaca, lo que se encontrará es tan luminoso, floreado, emocionante y provechoso que se sorprenderá. Todo lo lejanísima que se supone esta película se convierte, una vez en ella, en cercanía pura, y su personaje central, una extravagante, soñadora y elegante anciana, en alguien tan próximo y adorable como los mofletes de Lillian Gish.

El título, «Poesía», hace referencia al gran sueño de la protagonista: escribir una; pero también se refiere al envés de la historia que se cuenta, tan lírica pero tan endiabladamente dura, directa y tajante: empieza con el cadáver de una chiquilla flotando en un río. Lee Chang-dong demuestra su maestría en ambos terrenos, en dosificar lo lírico y en regular lo abrupto: la relación entre esa abuela y su nieto adolescente y abducido por la tele y la memez; su relación con el hombre impedido al que ayuda (tan afectuosa y tan filosa); su relación con la poesía, con el daño, con la culpa y con ese sentimiento tan elástico que es el de pagar el precio de las cosas... La historia que cuenta es conmovedora y agria, y podría enfocarse precisamente en eso, en la necesidad de saber lo que vale cada cosa y pagar en consecuencia por ellas, pero también se enfoca hacia esa contradicción constante y eterna entre lo hermoso y lo feo, la poesía y la fechoría, la justicia y la ley, el precio y la gratuidad o impunidad. Y tan medidos como todo lo anterior están el sentido del humor y del melodrama, gracias a una interpretación sublime de Yun Junghee, actriz ya retirada pero con un prestigio en su país enorme y con un caudal expresivo sorprendente.