«¡Que se besen, que se besen!»

A alguno le pareció hasta romántico. Una historia de amor (político) con final feliz, sonrisas de complicidad en público, más bien arrumacos a distancia, declaraciones de fidelidad y un grito de fondo: «¡Que se besen, que se besen!».

Había curiosidad por escuchar al portavoz del PNV, Josu Erkoreka, en el debate sobre el paro. Hasta ahora, siempre había atacado a Zapatero por sus políticas, pero los Presupuestos han unido a su partido con el Gobierno hasta que las elecciones los separe. Y Erkoreka cumplió su papel de socio fiel. Tuvo la habilidad de hablar sin decir nada, fue una especie de reflexión filosófica sobre la crisis que durmió al último diputado. «No estamos en una crisis, estamos ante un cambio de paradigma», decía, y Zapatero parecía mirarle con ojos vidriosos de emoción.

El flechazo fue instantáneo, si no lo había sido ya la tarde anterior con la votación de los Presupuestos (el PNV votó a favor de la congelación de pensiones y permitió al PSOE no perder ni una de las 400 votaciones de enmiendas). Cuando Zapatero se dirigió a Erkoreka en su turno de réplica, sonrió. Fue una de esas sonrisas de «ZP», de las de antes de la crisis. «Estoy muy de acuerdo con su postura y estoy muy agradecido a la actitud de responsabilidad altísima del PNV». Erkoreka sonreía también desde su escaño, mientras los diputados del PP gritaban: «¡Que se besen, que se besen!». Otro, con más malicia, recordaba la «responsabilidad altísima» del PNV: 20 transferencias históricas al País Vasco y lluvia de millones en inversiones y ayudas. «No era fácil —continuaba Zapatero, atribulado—. Siempre quedará en mi memoria el sentido de responsabilidad del PNV y seré coherente en el futuro». Es para toda la vida...

El otro socio de Zapatero, Coalición Canaria, tuvo motivos para sentirse celoso, porque solo recibió un frío elogio por su «responsabilidad».