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Madrid, una aparente paradoja

Análisis

ESPERANZA

AGUIRRE

Si el desarrollo económico

de una comunidad autónoma dependiera fundamentalmente de las inversiones y del gasto del Estado por habitante en esa comunidad, así como del número de competencias ejercidas, la Comunidad Madrid tendría que ser seguramente el furgón de cola en el tren del desarrollo español. Sin embargo, la Comunidad de Madrid, a pesar del abandono al que, durante los últimos seis años, ha sido sometida por parte del Gobierno de la Nación, ocupa hoy el primer puesto en prácticamente todos los indicadores de crecimiento y desarrollo económico y social, es la primera Región en PIB per cápita, también la primera en volumen de PIB, y la que más contribuye a la caja común de todos los españoles, tanto por impuestos como por cotizaciones a la Seguridad Social.

Si el equilibrio financiero de un gobierno autonómico dependiera de las subidas de impuestos y de las transferencias del Estado, la Comunidad de Madrid, que, lejos de subir los impuestos de su competencia ha bajado o suprimido muchos de ellos, y que ha sido especialmente maltratada en lo que concierne a las transferencias del Estado, sería hoy, sin duda, la administración autonómica con mayores problemas financieros y presupuestarios. Sin embargo, sucede todo lo contrario: la Comunidad de Madrid es la única comunidad autónoma de España que no ha tenido que elaborar un plan de saneamiento financiero porque ha mantenido equilibrado su presupuesto.

Y si la creación de empleo, en tiempo de crisis, dependiera fundamentalmente del gasto público, la Comunidad de Madrid, que desde el inicio de la crisis abrazó la austeridad en el gasto, tendría que ser también la región española con mayores problemas de desempleo. Sin embargo, sucede todo lo contrario: la Comunidad de Madrid tiene la tasa de actividad más alta de España, un 65%, el salario medio más alto de España y tasa de paro regional es casi cuatro puntos inferior a la tasa de paro del conjunto de España, cuando al inicio de la crisis esa diferencia era tan solo de dos puntos.

Todas estas aparentes paradojas son la demostración empírica de que la austeridad, las bajadas de impuestos, el apoyo a los emprendedores, la eliminación de trabas a la actividad económica, en una palabra, la ortodoxia económica, son el verdadero motor del desarrollo económico y la creación de empleo. Y también son la demostración empírica de que el aumento del gasto y del déficit público, las subidas de impuestos y las trabas a la actividad económica son los principales lastres de la creación de riqueza y de empleo.

ESPERANZA AGUIRRE ES PRESIDENTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID

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