Sharón, en coma desde 2006, es trasladado a su casa del Neguev
El tratamiento médico a domicilio costará al Estado de Israel 317.000 euros al año
Con el máximo secreto para evitar que pudiera ser fotografiado, rodeado de biombos cuando su camilla entró en la ambulancia y de imponentes medidas de seguridad el resto del trayecto, Ariel Sharón fue trasladado ayer por la madrugada a su rancho familiar en el sur de Israel. El ex primer ministro ha permanecido casi cinco años hospitalizado en estado de coma.
Allí, en la misma casa donde en enero de 2006 sufrió el ictus masivo que le dejó postrado y donde está enterrada su esposa Lily, Sharón continuará recibiendo el tratamiento médico que, a sus 82 años, le mantiene en un limbo entre la vida y la muerte; del que solo sus hijos, Gilad y Omri, creen que despertará alguna vez.
Pocas esperanzas
Desde el centro Sheba de Tal Shomer, uno de los miembros del equipo médico que asiste a Sharón, el doctor Shlomo Noy, dejaba ayer poco margen al milagro. «Claramente —declaraba a la radio del Ejército israelí—, lo que subyace es la esperanza de que su situación mejore, pero las mejorías de las que hablamos no son grandes ni sensacionales».
El proceso para la vuelta a casa de Ariel Sharón comenzó hace dos años. La falta de una evolución que pudieran hacer pensar que la situación del paciente era reversible llevó a los médicos a proponer ya entonces a la familia el traslado a Sicomoros. Amén de varios accidentes cardiovasculares en 2006 superados sin dificultad y de indicios engañosos, como que abre los ojos y responde a estímulos básicos, su condición de «estable dentro de la gravedad» permitía trasladarle a un entorno más cálido que el hospital. Sus hijos rechazaron la idea al principio.
En febrero de 2009 se cruzó también la petición en ese sentido de un grupo de acción social, Ometz, ante la que el centro Sheba tuvo que reconocer que Sharón ocupaba en solitario una habitación doble, mientras otros 18 pacientes en su mismo estado se repartían en otras diez. El hospital también admitió que el mandatario disfrutaba de más cuidados
que otros ciudadanos. Tres enfermeras han velado por su salud día y noche en turnos de ocho horas. Guardaespaldas y cámaras de seguridad han protegido con celo durante todo este tiempo la intimidad de la habitación número 10 de la planta de Rehabilitación, donde sólo su familia y un puñado de amigos muy cercanos han podido visitar al que fuera jefe del Gobierno de Israel entre 2001 y 2006.
La Comisión de Finanzas del Parlamento aprobaba esta semana una partida anual de 1.6 millones de shekels (317.984 euros) para hacer frente a los gastos del tratamiento a domicilio en el rancho del Neguev, que Sharón siempre prefirió a su residencia oficial de Jerusalén.
Héroe de guerra
En ese hogar acostumbraba a reunirse a menudo con su equipo y sus asesores para planear las estrategias que hicieron de él un político controvertido, que Israel todavía no ha juzgado del todo. Héroe de guerra, en 1973 encabezó el combate contra las tropas egipcias. Como ministro de Defensa, en 1982 ideó la invasión del Líbano durante la que tuvo lugar la masacre de palestinos en los campos de refugiados de Shabra y Chatila, por la que Sharón se ganó la fama de carnicero despiadado.
Durante su mandato se inició la construcción del muro de Cisjordania y en 2005 ordenó la evacuación de los asentamientos de Gaza, por la que los colonos le acusaron de traición. Se dice que los ultraortodoxos le lanzaron una maldición cabalística, la «pulsa denura», que le condenó a su estado actual. Militar admirado, carismático e implacable halcón, Ariel Sharón esperará el fin de sus días en Sicomoros, donde dejó escrito que querría descansar para siempre.
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