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NATURAL

Juan Luis Arsuaga, codirector de Atapuerca, elige Peñalara: «Espero que sea parque nacional muy pronto»

Cuando habla de Peñalara, Arsuaga no escatima elogios para la que considera su «montaña madre». Un lugar al que viene con frecuencia y que le transmite una sensación de permanencia

Juan Luis Arsuaga, codirector de Atapuerca, elige Peñalara: «Espero que sea parque nacional muy pronto» JAIME GARCÍA

PILAR QUIJADA

«Montaña madre solo hay una y esta es la mía», señala Juan Luis Arsuaga, mientras pasea con un grupo de periodistas por el parque natural de Peñalara, uno de los lugares protegidos más antiguos de nuestro país. Detrás de aquella pionera declaración como Sitio de Interés Natural estuvieron muchos científicos y naturalistas de principios del XX, explica, «que fueron creando una conciencia de un desarrollo de la nación más europeo. Y esa inquietud cristaliza en la solicitud de protección de algunos lugares emblemáticos, como éste o la Pedriza de Manzanares, y finalmente en 1930 se declara lugar protegido. Por eso este lugar es muy especial no solo desde el punto de vista natural».

Quiere enseñarnos la belleza de este paraje, donde coincidieron, hace casi un siglo, «los grandes geólogos y naturalistas del momento, que estaban elaborando las teorías científicas sobre el funcionamiento de la corteza terrestre y el movimiento de los continentes» , que hoy conocemos como tectónica de placas. Fue con motivo de un congreso internacional de Geología celebrado en Madrid, que estuvo presidido por Alfonso XIII, todo un acontecimiento científico en el país. Con éste y otros encuentros internacionales de importancia parecida se pretendía integrar a España en la Ciencia.

El paseo, después de una «pequeña subida», transcurre a 1.900 metros de altitud, por un camino casi horizontal que nos lleva hasta el circo glaciar, vestigio del espeso manto de hielo que cubría esta zona hace 18.000 años y que ha modelado el paisaje. La imagen de la cumbre de Peñalara se muestra entonces majestuosa, con sus 2.428 metros, que fijan el techo de Madrid y Segovia, dos provincias unidas por esta sierra.

Adoptado

Precisamente desde Segovia llegó Juan Luis a su «montaña madre» por primera vez: «Es la primera de estas dimensiones que conocí. Yo vivía entonces en el País Vasco, aunque nací en Madrid, y no había estado en montañas grandes. La veía a lo lejos, desde la vertiente segoviana. Y un día, finalmente, subí desde La Granja y me pareció espectacular. Después la he subido muchísimas veces. Esta montaña es la mía, la entrañable, la que está cercana, la que me toca. Va con mi sensibilidad, me gusta por estos pinos tan bellos, por los prados, por los animales. Me gusta mirarla desde todos los ángulos. La he adoptado o me ha adoptado ella a mí», explica con entusiasmo.

Le pedimos que se despoje de la mirada de científico —que nos va explicando detalladamente hasta dónde llegaron los glaciares en cada época y los signos que lo delatan— para explicarnos qué le ha enseñado esta montaña en lo personal, después de tantos pasos gastados en ella. Y explica que este lugar le transmite una sensación de permanencia: «La montaña es tranquilidad, libertad y también silencio y soledad, algo que agradecemos mucho los que vivimos en el medio urbano . Y es también esfuerzo. Y aquí vengo a disfrutar de todo eso. Pero sobre todo me transmite una sensación de permanencia. Peñalara es lo transcendente, lo que queda, lo que vale, nosotros pasamos y lo que queda es esto», responde señalando una magnífica panorámica de la sierra.

Un sentimiento de trascendencia que le lleva a conectar con el pasado: «Miro esta montaña como la miraron los que empezaron a conocerla y admirarla, los científicos que vinieron aquí hace un siglo. Sigue aquí y yo sigo disfrutando de ella, y espero que lo hagan muchas más generaciones».

Último libro

Por eso ha elegido este paraje para presentar su último libro, «Elemental, queridos humanos» (Temas de Hoy), escrito en colaboración con Milagros Algaba e ilustrado por Forges. Un recorrido por la historia de biosfera «para que nuestra sociedad aprenda a respetar el entorno». Y es que nuestro paso por el planeta Tierra, más que dejar huella se está convirtiendo en un zapatazo: «El ser humano es contradictorio, tiene cosas maravillosas, sin duda, pero también sus conflictos y problemas. Somos la única forma de materia consciente en el planeta, en el sistema solar y quizás en la galaxia. Eso sí que es un "acontecimiento planetario", incluso cósmico. Estamos hechos de átomos que piensan y reflexionan. Tenemos ese don, que excede cualquier elogio. Pero una cosa es la inteligencia y otra la racionalidad, y a veces nos comportamos de un modo poco inteligente. Y lamentablemente ése es el drama».

Aunque resalta que este parque es un ejemplo también excepcional de recuperación del entorno: «Casi un milagro en los tiempos que corren. Estamos acostumbrados a pensar que la destrucción es irreversible, pero se ha recuperado para el ocio este lugar maravilloso que fue muy agredido . Y ahora Peñalara está más guapa que nunca. No creo que haya muchos sitios así, que hayan dado marcha atrás en la degradación y hayan optado por lo bello».

Ahora, como asignatura pendiente queda la declaración de Guadarrama, la sierra a la que pertenece, como parque nacional. «Espero que ocurra pronto», enfatiza repitiéndolo un par de veces. «Está en trámite de alegaciones en la Asamblea de Madrid, y espero que salga mejorado. Pero va pasando el tiempo y se van agotando plazos. Soy partidario de que se haga parque nacional. Son 30.000 hectáreas y es un buen comienzo».

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