Benedicto XVI: «La Iglesia es origen de la genuina libertad»
El Papa pide «por todos los hijos de la Iglesia» tras dar el tradicional abrazo al Apóstol Santiago
Benedicto XVI ha cumplido este sábado su sueño de llegar hasta Compostela, desde cuya Plaza del Obradoiro ha dirigido un poderoso llamamiento a todo el Viejo Continente. El Pontífice salió del templo por la Puerta Real para volver a entrar, como verdadero peregrino , por la Puerta Santa, y dirigirse en primer lugar a la cripta para rezar en silencio ante la urna de las reliquias.
Después subió para dar el tradicional abrazo al Apóstol, un gesto que comentó extensamente en sus palabras a los fieles: “Al abrazar su venerada imagen, he pedido por todos los hijos de la Iglesia”, pues “la Iglesia es ese abrazo de Dios en el que los hombres aprenden también a abrazar a sus hermanos, descubriendo en ellos la imagen y semejanza divina, que constituye la verdad más profunda de su ser, y que es origen de la genuina libertad”.
“Dejadme –dijo- que desde Compostela, corazón espiritual de Galicia y escuela de universalidad sin confines, exhorte a todos a vivir iluminados por la verdad de Cristo, confesando la fe con alegría, coherencia y sencillez en casa, en el trabajo y en el compromiso como ciudadanos”.
Benedicto XVI cumplió también el pequeño sueño de ver el “botafumeiro”, el incensario volante que recorría las naves del crucero mientras los fieles cantaban a todo pulmón el himno del Apóstol Santiago . Al final, el Papa saludó personalmente a los “tiraboleiros” que lo habían hecho funcionar antes de dirigirse al vecino palacio del arzobispo Gelmírez para un almuerzo con los cardenales españoles y los principales responsables de la Conferencia Episcopal.
En una nueva sorpresa, el Papa descubrió que para entrar en el palacio arzobispal, debería caminar sobre una alfombra de flores , el tradicional homenaje al Santísimo Sacramento en la fiesta del Corpus Christi y a los Papas. Era evidente que le daba pena pisar el hermoso mosaico que representaba su visita. Por eso caminaba de puntillas para no estropear un trabajo artesanal que era una muestra de amor.
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