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ABC Cultural

«Te quitan una tilde y parece que pierdes un dedo»

Salvador Gutiérrez, director de la nueva «Ortografía de la lengua española», explica las razones de la revolución ye-ye de las 22 Academias

FEDERICO MARÍN BELLÓN

Ni la última reforma laboral originó una respuesta popular tan rápida y contundente como los cambios incluidos en la nueva edición de la Ortografía que la Real Academia publicará antes de Navidad. Las redes sociales ardían ayer con mensajes, en algunos casos salvajes, contra los nuevos principios aprobados por la Comisión Interacadémica de la Asociación de Academias de la Lengua Española, reunida en San Millán de la Cogolla del 1 al 3 de noviembre. «Creará analfabetos» y «destruirá el castellano» eran algunas de las críticas más suaves que podían leerse en Twitter o en los comentarios a la noticia en las páginas web de los diarios.

«Todos estamos un poco asustados, pero la ortografía es así, muy sensible», explicaba a ABC Salvador Gutiérrez, coordinador de la nueva Ortografía. «Los cambios afectan casi a la genética cultural que tenemos dentro. Muchos sienten la ortografía como propia y cualquier toque o modificación tiene gran repercusión. Te quitan una tilde y parece que te arrancan un dedo». Pese a todo, el director de esta gran obra panhispánica se declaraba sorprendido por los insultos, que aseguraba desconocer: «Sabía que habría reacciones, pero una tan fuerte como la que me cuenta no me parece normal. De todos modos, creo que durará poco. Al segundo o al tercer día la gente se habrá tranquilizado y solo quedarán las respuestas lógicas».

Nuevas normas

¿Qué propone la Ortografía para generar semejante respuesta popular? En primer lugar, desaparecen la ch y la ll como letras del alfabeto. El segundo capítulo corresponde a la denominación de las letras, dirigida a evitar que en algunos sitios se diga «b larga» y «b corta», por ejemplo. Uno de los cambios más llamativos es la obligación de llamar «ceta» a la «zeta» de toda la vida, pero la controversia alcanza cotas impensables con la nueva denominación de la vieja i griega, que pasa a denominarse «ye». («No tiene que causar espanto» dice Gutiérrez. «La palabra “yeísmo” es derivada de “ye”» y se utiliza desde hace mucho tiempo). En tercer lugar, se produce un destierro casi generalizado de las tildes, primero en los monosílabos con diptongo ortográfico, como «guion», «hui», «liais» y «truhan», que a partir de ahora deben escribirse sin tilde, caiga quien caiga. Tampoco deben llevarla la conjunción disyuntiva «o» cuando va entre cifras (4 o 5, por ejemplo), el adbervio «solo» (ni aun en los raros casos en que su uso pueda producir ambigüedad) ni los pronombres demostrativos «este», «ese», «aquel» y sus correspondientes femeninos y plurales.

Por otro lado, se elimina la «q» para representar por sí sola el fonema /k/, de forma que Qatar pasa a escribirse Catar y quórum es ahora cuórum. El resto de los cambios suscitan menos debate: se refieren al uso de mayúsculas, del prefijo ex y al de los latinismos y extranjerismos.

El último paso para la aprobación definitiva de estas normas es la ratificación que se producirá el día 28 durante el pleno de las 22 Academias, en el seno de la Feria del Libro de Guadalajara (México).

«Exhaustiva y de consenso»

Para Salvador Gutiérrez, quien además es catedrático de Lingüística General de la Universidad de León, se trata de una Ortografía «global, moderna, de consenso, razonada, coherente, con vertebración científica y exhaustiva, con capítulos que no se habían tocado desde 1999 y otros que no se habían tratado nunca. Y sobre todo es muy sencilla. Podrá entenderla cualquier persona con una cultura media». Media, pero con tiempo para leer las más de 800 páginas que ocupa (frente a las 160 de la edición de 1999), aunque la obra, según dice, no puede ser considerada de lectura, sino de consulta, y está previsto publicar una versión más resumida.

Sobre la necesidad de despertar en este preciso momento al gigante, Gutiérrez comenta que el departamento de Español al Día de la Academia recibe cerca de 200 consultas diarias, muchas de ellas relacionadas con la ortografía. A raíz de esas consultas, se ha ido elaborando una base de datos que iba haciendo doctrina. «Ahora se ha introducido coherencia en toda esa doctrina ortográfica».

Para llegar a esta Ortografía no han faltado animados debates, por supuesto, en las reuniones mantenidas por las 22 Academias desde 1999. Y cuando ha habido dos bandos enfrentados, la edad no era la línea divisoria habitual, según Salvador Gutiérrez. La «guerra» era entre lingüistas y escritores: «Los primeros están más acostumbrados a operar con normas y reglas, pero los escritores están más habituados a los simbolismos».

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