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Columnas / PROVERBIOS MORALES

Innisfree

Innisfree fue el gran mito literario del nacionalismo irlandés del siglo XX

Día 31/10/2010
EN 1888, un irlandés de veintitrés años compuso uno de los más hermosos poemas de la modernidad. William Butler Yeats escribiría aún numerosos poemas y dramas. Obtuvo el Nobel de Literatura en 1923, al término de la guerra civil de su país, durante la cual había ejercido como senador del Estado Libre. Se opuso, por tanto, a los independentistas republicanos, que tirotearon su casa de Dublín, obligándole a exilarse en Londres. Fue un magnífico poeta, quizá el mejor del modernismo de lengua inglesa, y es curioso que se le recuerde ante todo por un brevísimo poema de doce versos, Innisfree, la isla del lago, que evoca un paraje del condado de Sligo donde pasó su infancia.
La popularidad del poema está directamente ligada a la guerra civil, aunque se escribió mucho antes. En su estrofa central, Yeats canta a la isla como un lugar de paz inmarcesible. Sus compatriotas, hartos de décadas de violencia, vieron en Innisfree el ideal de una Irlanda nacionalista pacificada. Yeats no había pensado en ello al escribir el poema, que sólo era, en principio, una recreación del tópico horaciano De vita beata, como la Oda a la vida retirada de Fray Luis. En 1950 —Yeats había muerto once años atrás—, un cantante y compositor, Dick Farrelly, alcanzó el mayor éxito de su vida con La isla de Innisfree, una canción en la que el simbolismo político se hacía explícito. Innisfree se identificaba sin ambigüedad alguna con la Irlanda independiente.
John Ford se emocionó tanto al oírla, que de esa fascinación nació El hombre tranquilo, la más famosa de sus películas, rodada en 1951 y estrenada el año siguiente, cuyo tema musical fue la melodía de la canción de Farrelly. La película de Ford resultaba transparente como utopía del nacionalismo irlandés. Sean Thornton (John Wayne), un boxeador que emigró siendo niño a los Estados Unidos, vuelve a su pueblo natal (Innisfree), donde conseguirá casarse con la pelirroja Mary Kate Danaher (Maureen O'Hara), tras vencer a mamporro limpio la oposición del hermano de ésta, Red Will Danaher (Victor McLaglen). Ambos, Thornton y Danaher, encarnan los males atávicos de Irlanda (la violencia y la emigración), felizmente superados en la idílica República gobernada por Eamon de Valera. Como todos hemos visto muchas veces El hombre tranquilo, no costará recordar la escena en que Red Will Danaher, al que se le ha hecho creer que la rica viuda Tillane (Mildred Natwick) aceptará casarse con él si permite que su hermana lo haga con Thornton, descubre el engaño y la emprende a gritos con todo el vecindario. Incluso con dos antiguos terroristas republicanos vestidos con ridículas faldas verdes, a los que espeta: «¿Así que también el IRA anda metido en esto?».
La película me inspiró hace algún tiempo un poema que me voy a permitir citar parcialmente. Se titula Contra John Ford: «¿Regresar a Innisfree, rincón querido, / con diez borrachos por familia, el IRA / mandando en las tabernas y la tira / de cabrones que llevan tu apellido?/ ¿Unirte a tal rebaño resentido? / ¿Procurar que te manden a la pira? / ¿Es eso a lo que aspira / tu cerebro irlandés o reducido?». Dudas razonables ante los Innisfree de este mundo y de esta península según se sube a mano derecha, más en concreto.
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