La banca africana no habla castellano
325 millones de subsaharianos carecen de cuenta bancaria, lo que demuestra la total virginidad del pastel financiero regional

Con la excusa (o no) de la corrupción intrínseca que sufre el continente, lo cierto es que las cifras hablan por sí solas. Según un reciente informe de la consultora Financial Access, el 80% de la población adulta del África subsahariana (325 millones) no dispone de cuenta bancaria. Una carencia que, pese a ser aliviada por servicios como el keniano M-Pesa (que permite transferir dinero mediante el teléfono móvil) demuestra la total virginidad del pastel financiero regional.
Sin embargo, en los últimos meses, el «Springbok» africano parece haber despertado de su letargo. Y sus primeros bostezos económicos, ya permiten vislumbrar dos marcadas y claras tendencias.
Abiertos al exterior
Por un lado, la reciente apertura de los tres gigantes sudafricanos a inversiones extranjeras. Ya en 2007, el asiático ICBC —el principal banco mundial en número de dividendos— pagó cerca de 5.000 millones de euros por hacerse con un 20% de las acciones del Standard Bank. Una operación que permite al banco propiedad del magnate Derek Copper, operar, en la actualidad, en 17 países del continente. Entre ellos, las «niñas bonitas» regionales: Angola, Ghana, Kenia y Nigeria.
La banca asiática es la que mira con más interés al continente
Para contrarrestar esta alianza, hace tan sólo unos meses, el segundo banco del país —Nedbank— unió fuerzas con el gigante togolés Ecobank (aliado a su vez del Bank of China). Una osadía que le valió un premio operativo de más de 30 países.
De igual manera, el tercero en discordia, Absa, cuenta —gracias a una reciente participación conjunta con el británico Barclays— con 15 millones de clientes, enmarcados en 1.600 puntos de distribución y 12 países del África Subsahariana.
Vínculo afectivo
Pero al margen del territorio operacional de los tres gigantes sudafricanos, el vínculo afectivo (o colonialistas, según se mire) suele delimitar la mayoría de las inversiones extranjeras en el sistema bancario. Éste es el caso de Société Générale en el oeste francófono; Barclays y Standard Chartered en el Cuerno de África; o el Banco Espirito Santo portugués en Angola y Mozambique.
Dos diferentes tendencias que, sin embargo, cuentan con una curiosa igual similitud: la casi total ausencia de entidades bancarias españolas en el continente africano.
El sector financiero africano despierta de su letargo
En la actualidad, el Banco Santander tan sólo cuenta con una participación en el marroquí Attijariwafa Bank del 4,55%, tras vender, el pasado diciembre, cerca del 10% de los títulos que anteriormente poseía. El resto, inhóspito. Aunque dado el presente y pasado económico de nuestro único lazo afectivo regional, Guinea Ecuatorial, no resulta del todo extraño.
Según un reciente informe publicado por el Departamento de Estado norteamericano, en 2004, el hijo de dictador guineano Teodoro Obiang transfirió de forma fraudulenta cerca de 110 millones de dólares con ayuda del estadounidense Riggs Bank.
Una entidad financiera, fundada en 1836, y que ya en 2000 se vio involucrada en otro escándalo, al operar las cuentas de dictadores como el chileno Augusto Pinochet.
Aunque éstas son las ventajas de no operar en según qué países. Así al menos, las manos siempre quedan limpias.
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