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Los «enfant terrible» de la clase política europea

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Geert Wilders

(Partido por la Libertad)

Tras un paso tormentoso por la política tradicional holandesa en el seno del partido liberal, se convirtió en el heredero del polémico Pim Fortuyn al frente de un partido que considera al islam incompatible con la democracia. Después de comparar al Corán con el «Mein Kampf» de Hitler ha sido juzgado por incitación al odio racial. La sentencia no ha sido hecha pública todavía.

Jimmie Akesson

(Demócratas suecos)

Este antiguo diseñador de páginas web de 31 años se convirtió hace cinco años en el líder de un partido marginal en la política sueca que aboga por la reducción drástica de la llegada de inmigrantes. En septiembre logró entrar en el Parlamento nacional. El primer ministro conservador, Fredrik Reinfeldt , ganador de las elecciones, ha tenido que pactar con los Demócratas.

Pia Kjarsgaard

(Partido Danés del Pueblo)

Desde 2001 este partido sostiene a los sucesivos gobiernos liberal-conservadores, incluso en los complicados momentos de la crisis de las caricaturas de Mahoma, con su agenda que preconiza la retirada del derecho al voto de los emigrantes extraeuropeos. En 2005 fue la segunda política mas votada del país. El grupo ABBA ha prohibido que utilicen su canción «Mamma Mia».

Bruno Valkeniers

(Interés Flamenco)

Dirige el movimiento más radical de los nacionalistas flamencos que ha sido condenado varias veces por los tribunales belgas por sus posiciones, consideradas xenófobas y abiertamente racistas. Su objetivo es la disolución de Bélgica y la expulsión de los extranjeros de Flandes. La clase política belga ha levantado un muro de contención contra el partido.

Nick Griffin

(Partido Nacional Británico)

La trayectoria política de Griffin consiste en una carrera de obstáculos hacia la constante radicalización. Ha probado alianzas con Gadafi, con Jomeini o con el neofascismo italiano para reforzar su pasión por el pasado medieval de Gran Bretaña. Actualmente es parlamentario en Estrasburgo. Pide la salida de Afganistán y la deportación de los musulmanes radicales.

Jean-Marie Le Pen

(Frente Nacional)

A sus 82 años, el principal problema político de Le Pen es asegurar su sucesión al frente de un partido político que ha sido el primero y el único de todos sus émulos europeos en llegar a medirse de igual a igual con las grandes fuerzas tradicionales. La elección presidencial de 2002, en la que pasó a la segunda vuelta, representó un acontecimiento histórico en Francia.

Umberto Bossi

(Liga Norte)

De simpatizante comunista y cantante folclórico, Bossi pasó a levantar en el norte de Italia un partido para separar su «Padania» del sur del «país pobre y demandante de subsidios». Su paso por el Gobierno, que recurre a sus votos para garantizarse estabilidad parlamentaria, le ha vuelto más pragmático pero no menos imprevisible. Sus insultos a los gitanos le definen.

Josep Anglada

(Partido por Cataluña)

Anglada representa la primera expresión política abiertamente anti-inmigración en España. Antiguo militante de la extrema derecha nacionalista y anticatalanista (Fuerza Nueva) ha obtenido una sorprendente notoriedad pública pidiendo un control restrictivo de la inmigración, en un intento de beneficiarse de un sector ignorado por los partidos tradicionales

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