La Defensa en crisis
Los miembros de la OTAN vuelven a entrar en una carrera del desarme, sin más criterio que luchar contra el déficit
La política se ha convertido en el peor enemigo de la estrategia. Los líderes políticos tienden a involucrarse en los más mininos detalles de las operaciones militares y, como ahora, en tiempos de crisis económica corren a recortar los gastos de defensa en un desesperado intento de compensar los excesos de sus otras partidas, mal llamadas «sociales».
Los miembros de la OTAN vuelven a entrar en una auténtica carrera del desarme, sin coordinación y sin más criterio que luchar contra el déficit. De Washington a Madrid. No hay excepción significativa.
No es la primera vez. Cuando cayó la URSS, el mundo occidental recortó sustancialmente sus ejércitos. Pero aquello respondía a una lógica: el desvanecimiento de la amenaza. Ahora no hay lógica estratégica alguna, habida cuenta de que se están realizando más operaciones que nunca, se libra una guerra en Afganistán y el enemigo del yihadismo sigue ahí fuera.
Con todo, la tijera se aplica implacablemente, como en nuestro país hace Carmen Chacón. Pero no todos lo hacen de la misma manera. El gobierno de Cameron acaba de hacer pública tanto su nueva Estrategia de Seguridad Nacional, como la nueva Revisión Estratégica de la Defensa. Y aunque el recorte del presupuesto de defensa alcanza el 8% el Reino Unido nos ha vuelto a dar una lección de seriedad: ha definido las amenazas, ha analizado los medios para luchar contra ellas y ha optado entre las diversas alternativas en su mano. Esto es, ha realizado un recorte pensando estratégicamente y con la filosofía de no poner en peligro ni al país ni a las capacidades necesarias de sus fuerzas armadas.
Aquí, como nos hemos apuntado a que hay que planificar sin amenazas, la incertidumbre permite recortar programas por capricho o por intereses corporativos o espúreos, pero sin sentido. A diferencia del Reino Unido.
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