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ABC Cultural

«Nuestra biografía es nuestra mitología»

Rafael Argullol publica «Visión desde el fondo del mar», obra que culmina la obra completa del profesor y ensayista barcelonés

EFE

SERGI DORIA

Nada mejor para hablar de “Visión desde el fondo del mar” que extraer una experiencia de su autor.

Febrero de 2009, Rafael Argullol observa un monolito en Garriguella, cerca de la carretera que va de La Jonquera a Roses, entre viñedos ampurdaneses y un solitario ciprés; una lápida en alemán revela que ahí descansa un piloto de la Legión Cóndor. A pesar de las voces que exigen su destrucción, el monolito permanece intacto: “Alguien se ocupaba de su cuidado, puesto que, en lugar de malas hierbas, en su base aparecían a menudo ramitos de flores silvestres, por lo general amapolas rojas”, cuenta Argullol.

Comentando el hallazgo con un amigo coligieron que la estela funeraria seguía ahí, impoluta, porque nostálgicos del nazismo se ocupaban del mantenimiento. Pero no. El anónimo cuidador era Josep Falcó, republicano exiliado en Toulouse de 94 años, el hombre que abatió el Messerschmitt del piloto alemán Friedrich Windermuth. Fue el 6 de febrero de 1939, en plena retirada: el último combate antes de la derrota y los campos de concentración franceses de Argelès -aquella playa de piojos y disentería-, y Gurs. En los años sesenta, Falcó atravesó la frontera y volvió al paisaje de la última batalla. Localizó la estela de Windermuth y vio que tenía su misma edad.

Desde entonces, los viajes de Toulouse a Garriguella se sucedieron. Un puñado de amapolas sobre una lápida maldita. La explicación del gesto: “Nos encontramos frente a frente; murió él, pero pude haber sido yo”. La lección moral de Argullol: “El ejercicio del perdón es el regalo más sofisticado que podemos darnos, y si ese ejercicio es sincero, no creo que haya una obra maestra que pueda comparársele”.

Terremoto personal

«El ejercicio del perdón es el regalo más sofisticado que podemos darnos»

A la muerte de su padre, en 1999, Rafael Argullol experimentó un terremoto personal: “Observas lo que ha sido tu vida desde la soledad y la libertad”. Todo empezó hace cinco años. Una treintena de cuadernos y mil doscientas páginas de escritura. “Visión desde el fondo del mar”, que acaba de publicar Acantilado, culmina la obra completa del profesor y ensayista barcelonés. Narración, ensayo, meditación, confesión, historias de la Historia… “Si en la novela cabe todo podríamos hablar de una novela del siglo XXI, diversas facetas de un autorretrato con una época de fondo, acontecimientos personales combinados con episodios históricos” apunta.

Existe la Historia de los historiadores y, utilizando terminología unamuniana, la intrahistoria de las emociones. Argullol aspira a una sabia conjugación de momentos estelares y epifanías de la vida privada. Un relato que subvierta la linealidad cronológica de las autobiografías y memorias al uso.

“Visión desde el fondo del mar” promueve la fecundidad del mito, no desde la irracionalidad sino como la narración que busca la verdad porque “no existe una sola verdad histórica”, recalca Argullol. Alternando el telescopio de lo universal y el microscopio de lo singular, el “cazador de instantes” recopila azares de la existencia: “Nuestra biografía es nuestra mitología”. Y cuando se van los seres queridos nos vemos obligados “a nacer de nuevo para o olvidar que estamos vivos”. Es el momento de la sinceridad. De relatarnos.

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