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Los gritos contra Zapatero empañan el desfile de la Fiesta Nacional

Los abucheos, organizados por la extrema derecha según el PSOE, no respetaron el homenaje a los caídos

ANGEL DE ANTONIO

ÁNGEL COLLADO/ ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS

Más gritos que nunca contra Zapatero, salpicando casi todos los momentos del acto central de la Fiesta Nacional salvo el paso de las tropas y al sonar el himno nacional, menos soldados y blindados en el paseo de la Castellana que en anteriores ediciones y nuevo desaire del caudillo bolivariano, Hugo Chávez, al retirar a última hora al abanderado de su país de la parada militar. Fueron las principales novedades del desfile de este año, que resultó empañado por el clamor del público contra el presidente del Gobierno —protesta organizada por la extrema derecha, según el PSOE—, aunque igual de brillante en su desarrollo en la parte que tocaba a las unidades de los tres Ejércitos.

Los representantes de las Fuerzas Armadas que desfilaron en Madrid supieron suplir los efectos de los recortes presupuestarios que también se dejaron sentir en el acto, más corto y «resumido» —batallones de dos compañías—, menos vehículos y aeronaves, pero espectacular y emotivo como el homenaje y la ceremonia de acercamiento de los ciudadanos a sus Ejércitos. En cabez y al mando del desfile estaba el general jefe de la Brigada Paracaidista, Juan Gómez de Salazar Mínguez. La Bripac aporta el grueso de las tropas españoles destinadas ahora mismo en la guerra de Afganistán. Los tres Ejércitos, la Guardia Civil y la UME fueron acogidos con aplausos y admiración, desde que un paracaidista bajó planeando del cielo de Madrid para bajar la bandera que presidiría el acto, hasta que legionarios, regulares y guardias reales a caballo cerraron el desfile, algo más corto de lo habitual.

Los cazas de la Patrulla Aguila al dibujar los colores de la bandera nacional a mitad del desfile y los 50 aviones y helicópteros que formaron la representación aérea de la parada también contribuyeron a la brillantez militar del acto.

Los tradicionales abucheos a la llegada y a la salida del presidente del Gobierno, que empezaron en la legislatura pasada a raíz de las negociaciones con ETA, se multiplicaron esta vez. Media hora antes de que apareciera el jefe del Ejecutivo empezaron los gritos de «Zapatero, dimisión» y «Fuera, fuera». Eran coros preventivos. Al trasladar por segundo año consecutivo la tribuna presidencial del acto de la Plaza de Colón a la de Lima, más pequeña, el público queda alejado de los espacios destinados a las autoridades y no puede percatarse de los momentos en que viene y va Zapatero. Pero dio igual, los abucheos se sucedieron a cada paso del acto, desde que el relator del desfile dijo que el presidente del Gobierno iba a recibir a Sus Majestades los Reyes, hasta que se fue el último coche oficial. Por si acaso era el de Zapatero. El nombre de Don Juan Carlos cambiaba los signos de desaprobación por ovaciones, pero era un fenómeno pasajero.

Lo peor fue que el griterío rompió, al menos como ruido de fondo, uno de los momentos más solemnes: el homenaje a los militares que han dado su vida por España durante el último año, cuando una representación de sus familiares acompañaban al Rey para depositar una corona de laurel en el monumento colocado al efecto.

Ante la dimensión de la protesta, en fuentes de Defensa lamentaron que se empañara de tal forma todo el acto, sobre todo las partes más solemnes y desde el PSOE achacaron a grupos organizados el constante griterío. Según los socialistas, se había convocado por internet y sms.

Zapatero, resignado

Después, en la recepción que ofrecieron en el Palacio Real, el Rey y el Príncipe de Asturias lamentaron ante un grupo de periodistas los abucheos al presidente del Gobierno que se produjeron durante el desfile. Don Felipe dijo que ya «son recurrentes» y que ni siquiera respetan los momentos solemnes porque el público no puede ver desde su sitio el momento exacto de la ceremonia.

Aparte los abucheos, tanto el Rey como el Príncipe se mostraron satisfechos con el desarrollo del desfile militar, que Don Juan Carlos calificó de «corto y tranquilo, como debe ser». El Rey explicó que en estos momentos las paradas deben ser reducidas por razones económicas y que lo importante es que se cuide y se mantenga la celebración de la Fiesta Nacional. Don Felipe destacó que, a pesar de la reducción, el desfile había sido muy completo y no había quedado excluido nada importante.

Para el objetivo de los abucheos y silbidos, Rodríguez Zapatero, las protestas «forman parte del guión», que es lo que dice siempre que le abuchean. Y es que el presidente del Gobierno no se ha librado ningún 12 de octubre de los pitidos y abucheos, aunque él fue el primero que utilizó la Fiesta Nacional como tribuna de protesta, cuando aún siendo jefe de la oposición se quedó sentado al paso de la bandera de Estados Unidos para mostrar su rechazo a la guerra de Irak.

Muy sensibilizado con los abucheos se mostró el ministro del Interior, que los sufrió en su propia carne el pasado domingo, y lo calificó el episodio de ayer de «muy duro y lamentable».

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