LA GUERRA FRÍA
Kruschev ya amenazó con su zapato a la ONU en 1960
Más de 50 años antes de la amenaza a Rodrigo Rato y el zapatazo a Bush en 2008, el histórico líder comunista ya desafío furioso con su zapato en la asamblea de la ONU
Hace una semana, el diputado de la CUP David Fernández amenazaba con su sandalia a Rodrigo Rato en el Parlamento catalán por su actuación al frente de Bankia: «¿Usted tiene miedo?» o «te espero en el infierno. Hasta luego gangster», son algunas de la cosas que le dijo. En 2008, un periodista le lanzó un zapato al entonces presidente de Estados Unidos, George Bush , por su actuación en la guerra de Irak. Pero hace más de medio siglo, un personaje histórico de la talla de jefe de Gobierno de la URSS, Nikita Kruschez , ya hizo lo propio ni más ni menos que en la asamblea de la ONU, cuando se quitó su zapato y comenzó a golpearlo furioso contra su pupitre en señal de protesta.
Se trata posiblemente del momento de mayor tensión que ha vivido este organismo a lo largo de su historia. «Cuando Kruschev, como tiene anunciado, se vaya esta noche de Nueva York, Washington dormirá hoy mejor que en ninguna otra noche desde el 22 de septiembre », podía leerse en ABC, en 1960, como resumen de las tres intensas semanas que se vivieron en la XV Asamblea de la ONU a la que asistieron todos los líderes mundiales.
Aquella anécdota marcó para siempre al líder comunista y que fue calificada por el enviado especial de ABC, José María Massip , como «insultante», «brutal», «provocativa», «desafiante», «violenta» y propia de un «político extraordinario como Kruschev» que trataba de «crear un clima de terror en la Asamblea».
Zapatos, en la Guerra Fría
El incidente del zapato se produjo en uno de los momentos de mayor amenaza durante la Guerra Fría. Cinco meses después de que un avión espía estadounidenses hubiera sido derribado en territorio soviético, produciéndose la cancelación de la cumbre que debía celebrarse en París entre ambas superpotencias. Y en una época de enorme deterioro de las relaciones del presidente americano, Dwight Eisenhower , con el entonces nuevo gobierno de Fidel Castro en Cuba, muy próximo a la URSS.

La secuencia se produjo cuando el líder de la delegación filipina se refirió en su intervención a la «colonización» de los países de Europa del Este, que habían sido «privados del libre ejercicio de sus derechos civiles y políticos, y tragados, por así decirlo, por la Unión Soviética», contaba ABC.
Tras la protesta de Rumanía –país controlado políticamente por la URSS–, Kruschev criticó «la desigual actitud hacia los delegados de los países» representados en la Asamblea. Pero el delegado filipino no detuvo su intervención contra la política exterior del bloque comunista.
«No nos asusta la guerra»
Entonces, el líder soviético, ante el asombro de los asistentes, se quitó el zapato fuera de sí y lo esgrimió contra la Asamblea, comenzando después a golpear con él fuertemente contra su pupitre, tratando de ahogar las palabras del presidente de la Asamblea, el irlandés Frederick Boland, y del delegado filipino. Ante el estruendo de la sala, Boland trató de poner orden golpeando en la mesa con su propio martillo, hasta que éste se partió. Incapaz, apagó el botón de las traducciones simultáneas y suspendió la sesión. «Algo grave, quizá irreparable, sucede en la ONU», comentó ABC.

La tensión había ido alcanzando ya dimensiones desconocidas en la ONU aquel día con la intervención amenazadora de Kruschev a raíz de su petición de desarme a todos los miembros de la Asamblea, que fue derrotada por 54 votos en contra, 14 a favor y 31 abstenciones.
«Los últimos jirones de nuestra paciencia –aseguró– se están acabando. No nos asusta la guerra. Si se nos impone, combatiremos y venceremos. Las bajas serán innumerables y aterradoras. Somos comunistas y tenemos fuertes los nervios. Queréis aterrorizarnos con palabras, pero no lo conseguiréis. No tenéis agallas para ello. Si queréis una carrera de armamentos, la ganaremos. Rusia produce hoy más proyectiles que las salchichas que podéis producir vosotros con vuestras máquinas». No hay que olvidar que un par de años después, se produciría la Crisis de los Misiles de Cuba.
«No aplaudimos porque no nos da la gana»
En este mismo debate sobre el desarme se produjo otro de los momentos de mayor tensión de aquella reunión, con el enfrentamiento entre Kruschev y la delegación española . Muchos medios de comunicación del mundo dieron buena cuenta de ello.
«No aplaudimos porque no nos da la gana», replico a Kruschev la delgación española
El jefe de Gobierno soviético regresaba a su escaño tras pronunciar su discurso sobre el desarme y al pasar junto a la delegación española, observando que esta, a diferencia de otras, no le aplaudía –los españoles permanecieron «indiferentes e impasibles»–, se burló. Después, «descompuesto y con ademanes violentos», según contaba ABC, Kruschev preguntó a los españoles por qué no aplaudían. Y estos replicaron: «No aplaudimos porque no nos da la gana».
Acababan tres semanas de enfrentamientos que, según el enviado de ABC, tendría consecuencias irreparables: «Mañana, cuando Kruschev se marche de Estados Unidos, quedará abierto un nuevo y sombrío capítulo en las relaciones internacionales».
Hace una semana, el diputado de la CUP David Fernández amenazaba con su sandalia a Rodrigo Rato en el Parlamento catalán por su actuación al frente de Bankia: «¿Usted tiene miedo?» o «te espero en el infierno. Hasta luego gangster», son algunas de la cosas que le dijo. En 2008, un periodista le lanzó un zapato al entonces presidente de Estados Unidos, George Bush , por su actuación en la guerra de Irak. Pero hace más de medio siglo, un personaje histórico de la talla de jefe de Gobierno de la URSS, Nikita Kruschez , ya hizo lo propio ni más ni menos que en la asamblea de la ONU, cuando se quitó su zapato y comenzó a golpearlo furioso contra su pupitre en señal de protesta.
Se trata posiblemente del momento de mayor tensión que ha vivido este organismo a lo largo de su historia. «Cuando Kruschev, como tiene anunciado, se vaya esta noche de Nueva York, Washington dormirá hoy mejor que en ninguna otra noche desde el 22 de septiembre », podía leerse en ABC, en 1960, como resumen de las tres intensas semanas que se vivieron en la XV Asamblea de la ONU a la que asistieron todos los líderes mundiales.
Aquella anécdota marcó para siempre al líder comunista y que fue calificada por el enviado especial de ABC, José María Massip , como «insultante», «brutal», «provocativa», «desafiante», «violenta» y propia de un «político extraordinario como Kruschev» que trataba de «crear un clima de terror en la Asamblea».
Zapatos, en la Guerra Fría
El incidente del zapato se produjo en uno de los momentos de mayor amenaza durante la Guerra Fría. Cinco meses después de que un avión espía estadounidenses hubiera sido derribado en territorio soviético, produciéndose la cancelación de la cumbre que debía celebrarse en París entre ambas superpotencias. Y en una época de enorme deterioro de las relaciones del presidente americano, Dwight Eisenhower , con el entonces nuevo gobierno de Fidel Castro en Cuba, muy próximo a la URSS.

La secuencia se produjo cuando el líder de la delegación filipina se refirió en su intervención a la «colonización» de los países de Europa del Este, que habían sido «privados del libre ejercicio de sus derechos civiles y políticos, y tragados, por así decirlo, por la Unión Soviética», contaba ABC.
Tras la protesta de Rumanía –país controlado políticamente por la URSS–, Kruschev criticó «la desigual actitud hacia los delegados de los países» representados en la Asamblea. Pero el delegado filipino no detuvo su intervención contra la política exterior del bloque comunista.
«No nos asusta la guerra»
Entonces, el líder soviético, ante el asombro de los asistentes, se quitó el zapato fuera de sí y lo esgrimió contra la Asamblea, comenzando después a golpear con él fuertemente contra su pupitre, tratando de ahogar las palabras del presidente de la Asamblea, el irlandés Frederick Boland, y del delegado filipino. Ante el estruendo de la sala, Boland trató de poner orden golpeando en la mesa con su propio martillo, hasta que éste se partió. Incapaz, apagó el botón de las traducciones simultáneas y suspendió la sesión. «Algo grave, quizá irreparable, sucede en la ONU», comentó ABC.

La tensión había ido alcanzando ya dimensiones desconocidas en la ONU aquel día con la intervención amenazadora de Kruschev a raíz de su petición de desarme a todos los miembros de la Asamblea, que fue derrotada por 54 votos en contra, 14 a favor y 31 abstenciones.
«Los últimos jirones de nuestra paciencia –aseguró– se están acabando. No nos asusta la guerra. Si se nos impone, combatiremos y venceremos. Las bajas serán innumerables y aterradoras. Somos comunistas y tenemos fuertes los nervios. Queréis aterrorizarnos con palabras, pero no lo conseguiréis. No tenéis agallas para ello. Si queréis una carrera de armamentos, la ganaremos. Rusia produce hoy más proyectiles que las salchichas que podéis producir vosotros con vuestras máquinas». No hay que olvidar que un par de años después, se produciría la Crisis de los Misiles de Cuba.
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