El vertido de Hungría llega al Danubio
Los niveles de pH recogidos siguen por encima de los considerados normales

Crece la alarma y la preocupación por la catástrofe ecológica en Hungría a causa del vertido del lunes de desechos químicos tóxicos y corrosivos de la balsa de Kolontar, en el suroeste del país. A las 8,30 de la mañana, un portavoz del Gobierno magiar en Budapest declaró que el lodo rojo había alcanzado el río Danubio a través de sus afluentes. La noticia es preocupante porque el lodo rojo pone en peligro su ecosistema y toda forma de vida acuática en el mítico “Bello Danubio azul”, es decir en la parte del cauce que atraviesa gran parte de Hungría, parte de Croacia, Serbia y Rumania, donde desemboca en el Mar Negro.
La noticia se basa en la información entregada por el portavoz de protección civil, Tibor Dobson. Las muestras de agua recogidas en las cercanías de la confluencia del río Raab con el Danubio, (no lejos de la frontera entre Hungría, Eslovaquia y Austria), contienen una elevada alcalinidad , es decir un pH de entre 8,96 y 9,07. El nivel normal es de entre pH 7 y 8. Esto significa que parte del millón de metros cúbicos de lodo rojo que se derramó del dique de la fábrica de aluminio Ajkai Tomfoldgyar, ha llegado a través del arroyo Marcal que desemboca en el río Raab, al Danubio.
Responsables de protección civil intentaron la mañana de este jueves falsear la noticia, afirmando que la contaminación ha llegado al río Raab, pero no al Danubio. El servicio de aguas magiar lo desmintió admitiendo que la contaminación fue detectada en este primer cauce de agua, a 20 km de su afluencia con el Danubio, por lo cual su contaminación es inevitable.
Testimonios oculares sostienen haber visto en el rio Raab una gran cantidad de peces muertos. También se ha constatado que a medida que aumenta el caudal de los ríos el pH disminuye de valor. El miércoles el pH del riachuelo Marcal era de 13, valor que no permite ningún tipo de vida.
Esto haría pensar que sus efectos en el Danubio serían menores, al diluirse con la enorme caudal de este río. El barro rojo es un residuo de la producción de aluminio, conteniente grandes cantidades de silicio, óxido de hierro y otros metales pesados, con un pH 14 y es tremendamente corrosivo y tóxico. En contacto con la piel humana, produce quemaduras que pueden causar la muerte en poco tiempo . Las autoridades húngaras sostienen que no es radiactivo, como se informó en prime momento ni contiene arsénico. Se le neutraliza con cloruro de calcio, carbonato de calcio o sulfato de calcio (yeso).
Dobson dijo que los equipos de emergencia están intentando bajar el nivel de alcalinidad de las aguas . Con anterioridad Emil Jenak de la Sociedad Hídrica magiar, explicó que cuando el lodo rojo llegue al Danubio y “si nuestros cálculos con correctos, la contaminación habrá descendido a niveles aceptables”. Esto gracias al yeso vertido y al ciclo natural de depuración del agua “el pH habrá descendido a alrededor de 8, es decir a su nivel normal”. Pero lo cierto es que ayer el pH de las aguas del Raab seguía con un pH superior a 9.
Entre tanto el Gobierno del conservador Victor Urban visito uno de los tres pueblos afectados por la riada de lodo Ajka, Kolontar y Devecser. En su opinión el derrumbe de una las paredes de la presa, se debió a un error humano y ha ordenado la investigación del caso, para identificar a los responsables.
Los dueños de la fábrica de aluminio, la empresa Sociedad Magiar para la Producción de Aluminio (MAL), sostiene que el accidente se debió a la gran cantidad de agua acumulada en la presa , debido a las fuertes lluvias que han afectado la zona en las últimas semanas. Urban declaró que no tiene sentido reconstruir las casas destruidas por la riada de fango y que será necesario evacuar definitivamente a sus habitantes.
Según las autoridades locales se tratan de 34 casas de Kolontar, si bien expertos sostienen que toda la zona contaminada no es más apta para vivir. Urban ha prometido también indemnizar a la población afectada . MAL ha destinado para estos efectos 110 mil euros lo que ha sido ya calificado de un “acto de cinismo”, por Greenpeace.
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