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ABC Cultural

«Buried», un fenómeno a escala mundial

Un único actor encerrado en un ataúd protagoniza la película-fenómeno del año. Cien por cien española, «Buried» se estrena el viernes

FEDERICO MARÍN BELLÓN

A su paso por el festival, vivió colas de seis horas y reventas de las entradas que multiplicaban por 16 su valor

Nada más terminar la proyección, los grandes estudios empredieron una guerra de pujas, que ganó Lionsgate

Rodrigo Cortés Director de cine

De Israel a Australia, de Rusia a EE.UU, la cinta se estrenará en octubre (día 1 en España) en más de 4.000 salas

La producción es cien por cien española, con mayoría de técnicos de nuestro país y una estrella americana de reclamo

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J. M. LÓPEZ

Rodrigo Cortés revolucionó el último festival de Sundance. «Buried (Enterrado)» fue preestrenada el viernes en cinco ciudades americanas y en unos días ocupará más de cuatro mil pantallas en todo el mundo. Obra «poética» (por Edgar Allan Poe), es todo un desafío técnico y narrativo digno del mejor Hitchcock.

—¿Fue tan espectacular el paso por Sundance?

—Fue muy sorprendente. Lo viví todo como si le sucediera a otra persona. La película se rodó en solo 17 días, lo cual es una auténtica pesadilla, y empecé a montar al día siguiente para llegar a Sundance. Eso son 18 horas al día sin comer y sin apenas dormir.

—Lo pasó peor que el protagonista.

—No tanto. Llegamos allí con la copia goteando y nos encontramos con colas de seis horas y gente que pagaba 16 veces el precio de la entrada.

—¿Cómo la descubrió el público?

—No lo sé ni hay forma de saberlo, pero en el American Film Market, dos meses antes, habíamos vendido casi el 60 por ciento del mundo mostrando solo dos minutos. Muchos querían saber qué habíamos hecho y cómo lo habíamos conseguido. Eso despertó el fenómeno, que no esperábamos. En la primera proyección el cine se vino abajo y se desató una guerra de pujas en ese mismo instante, mientras desfilaban los títulos de crédito.

—¿También por Rodrigo Cortés?

—Todas esas cosas que uno lee que suceden, más o menos suceden, pero hay que prestarles poca atención. Lo fundamental no es dónde ruedas, sino qué y en qué circunstancias.

—Con ideas así de baratas ningún productor se va a poner intrusivo .

—Estas historias son muy baratas y rentables cuando tienen éxito, pero a priori invertir dinero en una cosa que todo el mundo considera un fracaso es mucho más complejo. Este guión estuvo un año dando vueltas por Hollywood. A todos les parecía sensacional, pero imposible de producir y de rodar. A posteriori todos conocen las claves del éxito.

—¿Cómo dio con el guionista?

—Di con el guión. Preparábamos otro proyecto internacional y viajábamos frecuentemente a Hollywood. Uno de los productores, Peter Safran, tenía bajo control este texto y me llegó casi como una consulta profesional, porque no tenían intención de producirlo. Mi reacción fue tan entusiasta que decidimos asociarnos y levantarlo.

—Antes de que quede enterrado por la conversación, ¿cómo es ese otro proyecto?

—Aún no existe, pero explorará cómo el cerebro humano no es la mejor herramienta para percibir la realidad, porque fundamentalmente miente.

—En «Buried», el reto es mantener el interés durante 90 minutos.

—Tienes que trascender eso, para dinamitar las paredes del ataúd a golpe de historia. El desafío no es llevar «Náufragos» a la caja, sino llevar «Con la muerte en los talones» y convertir la película en un viaje. «Buried» empieza siendo un personaje del que no sabes nada en un agujero negro y 90 minutos después lo sabes todo y has llevado un universo entero dentro. Incluso genera recuerdos en la gente de cosas que no ha visto. La forma de hacerlo es no usar el sentido común ni la lógica más de la cuenta, porque te va a restringir, planificar la película como si sucediera en Nueva York. Por eso diseñamos siete ataúdes, uno con paredes móviles, otro giratorio, otro que permitía hacer cámara al hombro…

—¿Nunca tuvo la tentación de airearse un ratito con algún flashbacko con otro personaje?

—Nunca, pero sí confieso que desde el primer instante no hice otra cosa que recibir consejos en ese sentido. La regla número uno que me impuse fue no salir nunca de la caja.

—¿Era un reto a lo Hitchcock o una decisión para mejorar la película?

—Él se imponía esas reglas porque hacían más eficaces sus tramas. Luego, la posibilidad de hacer algo nunca hecho es un impulso difícil de reprimir.

—Y sin embargo, los enemigos reales están fuera.

—Descubre que puede luchar contra la falta de oxígeno, la oscuridad, el terrorista e incluso habitantes inesperados, pero nunca contra la mediocridad humana del aparato burocrático.

—El Gobierno y la empresa.

—¡Claro! Es kafkiano. Contra un tío a 9.000 kilómetros tomando decisiones sin responsabilizarse de las consecuencias no podrá luchar nunca.

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