Suscribete a
ABC Premium

Putin promete limpiar el Ártico de residuos nucleares

La isla de Nóvaya Zemliá, la península de Kola y el mar de Kara sufren un alto nivel de contaminación radiactiva

afp

rafael m. mañueco

Uno de los compromisos adquiridos por Rusia ante los países ribereños del océano Glacial Ártico desde hace más de una década es acometer la descontaminación de los mares de Bárents y Kara y de las costas que ambos bañan, especialmente la península de Kola y la isla de Nóvaya Zemliá. Pero, pese a las ayudas recibidas de otros países, de Noruega fundamentalmente, queda aún mucho por hacer. Las organizaciones ecologistas creen que en la zona se han arrojado decenas de miles de toneladas de desechos atómicos.

Los asistentes a la Conferencia Internacional sobre el Ártico, que hoy se clausuró en Moscú, han vuelto a plantear el problema a las autoridades rusas y el primer ministro ruso, Vladímir Putin, intervino para prometer una vez más que será resuelto. «Tenemos previsto realizar una verdadera limpieza general de nuestros territorios árticos. Eliminaremos los desechos acumulados durante décadas junto a poblaciones, campos, bases militares, puertos y aeropuertos de la tundras, en las islas y en el océano», aseguró Putin.

Hasta 1.992, fecha en la que la Convención de Londres prohibió los vertidos de sustancias radiactivas al mar, la antigua URSS sepultó a lo largo de las costas de Nóvaya Zemliá todo tipo de artefactos nucleares. En el fondo del mar yacen submarinos enteros y numerosos reactores, uno de ellos perteneciente al rompehielos Lenin, el primero que fue construido en la URSS.

Según la organización ecologista Bellona, la Armada rusa producía al año en los años 90 más de 20.000 metros cúbicos de residuos radiactivos líquidos y 6.000 toneladas de sólidos, que fueron inicialmente almacenados en los depósitos de Nóvaya Zemliá y cerca de Vladivostok, en el Extremo Oriente ruso. Ambos sumideros alcanzaron su límite de capacidad y los desechos fueron trasladados a distintos cementerios desperdigados por toda la geografía de Rusia o arrojados directamente al mar.

Valentín Visotski, experto en energía nuclear de la Academia de Ciencias de Rusia, señala que el mayor peligro de contaminación radiactiva actualmente parte de los submarinos atómicos rusos que naufragaron en la zona del Ártico, como el «Komsomólets», o fueron hundidos sin previo desguace en lugares no muy profundos. Visotski cifra en 17.000 el número de focos radiactivos en los mares de Bárents y Kara.

El «Komsomólets» se fue a pique el 7 de abril de 1.989 a 500 kilómetros al norte de las costas noruegas como consecuencia del incendio causado por un cortacircuito. El plutonio de la cabezas de dos de sus misiles y el uranio del reactor fueron una seria amenaza mientras submarinistas rusos y noruegos no sellaron los compartimentos afectados.

Nóvaya Zemliá fue durante algún tiempo polígono de ensayos nucleares, especialmente durante la segunda mitad de los años 50 y comienzo de los 60. Algunas de las explosiones fueron submarinas. La prueba de la bomba de hidrógeno bautizada con el nombre de «Zar bomba», el ingenio nuclear más potente jamás antes detonado, tuvo lugar en Nóvaya Zemliá en 1961.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación