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«Socio-cool»: en crisis, pero bien monas

Fuera de España choca la atildada pasarela de ministras de un Gobierno feminista y al que no le alcanza la camisa al cuello

«Socio-cool»: en crisis, pero bien monas abc

RAMIRO VILLAPADIERNA

Un país al que no le llega la camisa al cuello convive con el corte de chaqueta y el estilo Vogue de sus políticas más feministas: ¿Son las "starlettes de la democracia"? A la prensa extranjera ha chocado reiteradamente la atención de las ministras , de un gobierno que auspicia esa ideología, por su aspecto y tradicional seguimiento de la moda. Y si la fiesta en España se ha acabado... ¿por qué ése esmoquin de Chacón y unas ministras que parecen siempre camino de un cóctel?

Un principal periódico alemán ve el origen en el entusiasta reportaje que habría cambiado definitivamente, el nombre de la primera vicepresidenta, por "María Teresa de la Vogue" y a sus chicas como "las socialistas fashionsitas". Un reportaje dominical rememora cómo "las nueve ministras, por la gracia de la paridad, sorprendieron desde el primer día por su inclinación por el colorismo, las aberturas y las marcas caras". El diario de Fráncfort descalifica de un brochazo tanto diseño como "Las muñequitas de la moda de Zapatero".

Con un país sumido en la peor crisis en décadas, con sus bancos y sus ciudadanos a los que no alcanza el líquido a fin de mes, la edición dominical del Frankfurter Allgemeine Zeitung hace contrastar una exagerada fiebre "gente-guapa" sin perjuicio de un discurso buscadamente radical: ¿Buscan así el voto? se pregunta el diario bajo un frente de fotos con poses de las ministras, ¿se guía por el Vogue el votante español de izquierdas? Y cita el estilo "serranero" de una ministra como Trinidad Jiménez, que "pretende acercarse al pueblo".

Zapatero, salvado

El corresponsal Leo Wieland analiza el cambio de "las socialistas cuando llegan al poder", aunque yerra como alemán al creer que los socialistas antes llevan atuendo sindical, pero remarca el progresivo atildamiento de compañeros como José Blanco o Jesús Caldera -la presunción de las gafas, también en Durán i Lleida- y la preocupada evolución de la imagen del propio presidente Rodríguez Zapatero, al que el periódico salva en cuestión de planta y corte. No entiende por tanto el desliz gótico con sus hijas, en la foto con Obama.

Al ingresar en los palacios del poder, estima el FAZ, de la noche a la mañana "se vuelven chic", gente "de diseño" de lo que se llama "demo-cool". Pero pensando apenas que la cuota es bella, el dirigismo presidencial en materia de sexos habría producido tal inopinado alúd de críticas que algunas mujeres no le arriendan la ganancia, especialmente aquellas que se han ganado a pulso su nombre.

El periódico repasa sin ambages el ostentoso "fashionismo" de varias, en especial el folk anacrónico de González-Sinde, y el exagerado maquillaje de Bibiana Aído, a quien llama "papá ¡que soy ministra!" y en cuyo vestuario dice seguir viendo su origen de promotora de flamenco. El balance de las ministras, una por una, va de lo "mono" a lo hiriente.

Entre ellos también "desaparecen las camisas de colores, las cazadoras, las patillas": el votante de izquierda busca también respetabilidad y estilo en sus representantes, por lo que así le luce políticamente la barba trasnochada al jefe de la oposición. ¿Es un rasgo cultural o electoralismo? El periódico recuerda que algún ministro no ha tenido redaños en acudir a alguna tertulia televisiva encuadrada frecuentemente en la telebasura.

Algunos blog cuestionan un enfoque de un periódico que es bandera de calidad

Algunas reacciones empiezan por considerar que por las ministras y la información tendrían "un lugar adecuado en la prensa rosa" y siguen por la imagen que da "vivir de fiado, pero ir a la moda".

En el blog de crítica periodística "Indiscreción por Honor" se lo tacha de machista y se cuestiona tal enfoque en un periódico como el FAZ que es bandera de calidad. Las reacciones españolas han variado entre un comprensivo "al menos monas, ya que ineptas" al vengativo "más feas son las alemanas" y no sin olvidar represaliar "a la gorda de Merkel y su ministro maricón", concluyendo en general que "siete años han tenido que pensárselo los alemanes para ver lo que era claro en los primeros 6 meses".

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