VADE MECUM
JOHN HENRY NEWMAN
Después de la visita política, invitado por Isabel II, hoy se celebra el acto más espiritual del viaje del Papa al Reino Unido: la misa de beatificación del sacerdote anglicano, convertido al catolicismo llegando a ser cardenal, doctor de la Iglesia de Roma y uno de los escritores más emblemáticos del XIX inglés, John Henry Newman. Se ha querido desviar la atención sobre el nuevo beato, por esa frase que pronunció movido por el dolor de la muerte de su amigo el padre Ambrose: «Lo he amado con un amor tan fuerte como el de un hombre por una mujer». La obsesión sexual de algunos, sin duda excusable pues es fruto de una brutal represión, les lleva a interpretar en clave freudiana lo que es la manifestación más pura del amor fraterno. ¿O acaso no es posible amar «tan fuerte como un hombre a una mujer» a un hijo o a una hija, a un padre o a una madre, a un amigo o a una amiga?
Newman defendió el liberalismo, influyó en grandiosos escritores como Chesterton, Tolkien o Elliot, predicó la libertad de pensamiento dentro de la Iglesia, animó el entendimiento y complementariedad entre fe y razón y, en suma, se adelantó en casi un siglo a planteamientos doctrinales que luego fueron asumidos por el Concilio Vaticano II. Para quienes amamos y seguimos el libre pensamiento, la espiritualidad y la forma como él se acercaba a los textos sagrados, es una vía por la que podemos transitar seguros, pues sin cuestionar la ortodoxia católica, cuyas verdades están en los textos bíblicos, permite aventurarnos por senderos desconocidos. Newman fue, además, un gran poeta. Siempre he llevado conmigo esos versos para momentos de inquietud: «Guíame, suave luz, en medio de las tinieblas,/ Guíame hacia delante./ La noche es oscura y estoy lejos de casa./ ¡Guíame hacia delante!/ Vigila mis pies./ No puedo contemplar el lejano horizonte,/ pero un paso me basta».
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