Liberados

En España, no sólo el mercado laboral necesita una reforma urgente, bastante más audaz que la que se aprobó ayer en el Congreso, al decir de casi todo el mundo menos el Gobierno. El problema del empleo en nuestro país no reside exclusivamente en los modelos de contrato o las indemnizaciones por despido. Muchos de los males que gangrenan nuestro mercado laboral vienen provocados por un modelo de representación sindical caduco y ventajista y por una cultura del trabajo que demoniza al empresario e indulta a los tramposos. Como ocurre con el evasor de impuestos, el absentista, el enfermo imaginario y el cazasubvenciones son tenidos, no como los defraudadores que son, sino como simpáticos pícaros burladores de los poderosos, esos personajes bendecidos por la mejor literatura española. No se les elogia, pero se les disculpa. Y se les envidia. Sobre todo eso. En cambio el empresario, ese sí que es gran un hijo de puta. Como el sheriff de Nottingham. Pero la nueva legislación apenas se ocupa de esos dos grandes agujeros negros.

Como ejemplo, dos imágenes del jueves. Una, la de los más de quince mil delegados sindicales apoyando la huelga general mientras que un gobierno que los ha defendido al punto de llevarnos al borde del abismo apuraba las últimas heces de un cáliz que le han obligado a beber. El sarcasmo no estaba en la falta de gratitud, sino en que ninguno de los «liberados» allí presentes trabaja a tiempo completo, aunque cobran la integridad de su sueldo. Que les pagan los hijos de puta de los empresarios, por supuesto. La segunda, el nuevo video de Chiquilicuatre. Una dosis más de ordinariez y grosería con la que UGT ofende gravemente a millones de empresarios que empeñan vida y hacienda para crear puestos de trabajo, algo que jamás han hecho los grandes privilegiados reunidos en Vistalegre.