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ABC Cultural

Natalie Portman se bebe el lago con los cisnes

Su gran interpretación en «Black Swan», de Darren Aronofsky, inaugura la Mostra de Venecia

REUTERS

E. RODRÍGUEZ MARCHANTE

Venecia es una ciudad de contrastes y su festival de cine quiso arrancar ayer con la pura cristalización de lo opuesto: la cara angelical de Natalie Portman y el careto de iguana de Danny Trejo, ese actor magnífico pero con aspecto de comer casquería en el desayuno.

Y ambos protagonizaban, además, dos películas tan dispares como su rostro: ella, «Black Swan», de Darren Aronofsky, y él, «Machete», de Robert Rodríguez..., o sea, una incursión metafórica en la duplicidad y complejidad de «El lago de los cisnes» (la del que lleva apellido eslavo) y un pasote de violencia y de sentimientos patanes (la que firma el de apellido español). Queda, pues, abierta en canal la 67 edición de la Mostra de Venecia.

Darren Aronofsky es, aún más que Venecia, un cineasta de contrastes, y en su obra se puede apreciar casi al tiempo la mayor de las sutilezas con una tosquedad en estado puro. Su «Cisne negro» es un buen ejemplo de ello, pues consigue momentos que reflejan un talento insuperable, con otros que, sin ser dicho al pie de la letra, es para darle con un palo en los lomos. Es capaz que un instante de ballet, de tutús, puntas y maquillaje provoque un terror incomprensible, visceral, y ya en la secuencia de arranque de la película, con Natalie Portman en el punto clave de la representación, comprendes que este director va a chapotear en el lago y a estrangular algún cisne.

Lo mejor de «Black Swan» es la impresionante interpretación de la chica Portman, que no solo se atraviesa de punta a punta toda la obra de Chaikovski (es decir, que baila como si se hubiera escapado del viejo Bolshoi) sino que además su rostro hermosamente zen adquiere tonalidades oscurísimas con apenas un movimiento de ojos o un leve gesto de su boca. Ella es la reina de los cisnes, la que habrá de transformase de cisne blanco en cisne negro, y el argumento tejido por Aronofsky se lo facilita mediante ese recurso de la confusión entre la obra y la vida: en los ensayos, en su casa con una madre con pinta de madrastra (Barbara Hershey), en su relación demoníaca con el director (Vincent Cassel), en su propia duplicidad, su blancor y su negrura...

Pero Aronofsky no es un tipo que se deje pisar por unas zapatillas rojas o reblandecer por un ambiente de talcos y melodías, y somete a su película a unas tensiones y unos excesos que probablemente le perjudican, pero que responden a esa «zona Hyde» que sin duda tiene mister Aronofsky. Mientras que la simple sugerencia del género de terror era magistral dentro del mundo del ballet, la caída de bruces en él (con sustos incluidos) dan por terminado el tempo sutil y lo depositan en la grosería y en la farsa. Curiosamente, la interpretación de Natalie Portman es tan completa y redonda que en ningún momento tiene uno la impresión de exceso en ella, pero sí en todo lo que le rodea. Extraño y meritorio, en cualquier caso.

De Chaikovski al mariachi

Y pasar de la adorable geografía de cara de Natalie Portman a la orografía canalla del rostro de Danny Trejo era también como pasar de Chaikovski al mariachi estrepitoso de Rodríguez. «Machete» es una historia de violencia en la frontera, lo que, dadas las circunstancias, le permite a este director pasarse en la ficción sin temor a rozar siquiera la realidad. Antes de que salgan los títulos de crédito, Trejo ya ha rebanado varias cabezas y cortado miembros de todo tipo. Pero, la película, que, naturalmente, no se toma a sí misma demasiado en serio, le da algunas alegrías al que quiera recibirlas; por ejemplo, algunos planos de Jessica Alba dignos de moviola, o ciertos «tics» de Robert De Niro que convierten en gran actor a Steven Seagal, que también aparece por ahí dando mamporros. La sombra de Tarantino (presidente del jurado de este año) planea como un cuervo sobre la película de Robert Rodríguez, no en vano toda ella está «inspirada» (a falta de mejor verbo, pongo comillas) en unos despojos de su obra conjunta «Planet Terror».

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