Tres estilos del arte de torear
Toros de Zalduendo para Morante de la Puebla, El Juli y José María Manzanares.
BILBAO
PLAZA DE TOROS DE VISTA ALEGRE. Jueves 26 de Agosto de 2010. Sexta de las Corridas Generales. Lleno. Toros de El Ventorrillo, flojos; 5º, sobrero de Ortigao, manejable.
ENRIQUE PONCE, de azul y oro: estocada caída (silencio). En el cuarto, estocada desprendida. Aviso (petición clamorosa y vuelta al ruedo).
EL JULI, de tabaco y oro, estocada (silencio). En el quinto, estocada desprendida (oreja).
JOSÉ MARÍA MANZANARES, de pizarra y oro: media y cuatro descabellos. Aviso (ovación y saludos). En el sexto, gran estocada (oreja y fuerte petición de la segunda).
BILBAO
Por fin se llena la Plaza de Vista Alegre, con tres figuras. El apartado de los toros, en Bilbao, mantiene la seriedad ejemplar de un rito. Los toros del Ventorrillo, de gran presencia, impresionan. Recuerdo el verso de Góngora: «Media luna las armas de su frente...». Lo que llevan dentro es otra cosa...
En la Televisión vasca, el Alcalde de Bilbao, Iñaqui Azcuna, se declara aficionado y partidario de los toros en las Fiestas de su ciudad: Bien. Pero añade algo que me escama: «No hay que politizar este tema». Siempre que escucho esto, me echo a temblar: lo suelen decir los amigos de los que prohíben los toros.
Añade: «El ataque de los nacionalistas a los toros está causado por los nacionalistas del otro lado, que se empeñan en decir que es la Fiesta española».
Es decir: la consabida equidistancia.Tan malos son los unos como los otros...
Concuye el Sr. Alcalde: «Los toros son sólo un espectáculo. Como la gaita gallega...».
Esto sí que es nuevo. No basta con ignorar que se ha considerado la Fiesta más española desde el siglo XIX (recuérdese el título del libro del Conde de las Navas) . Se ignora también que hoy mismo, en el mundo entero, el toro y la Tauromaquia son símbolos de España (aunque también haya toros en Francia, Portugal e Hispanoamérica): por eso justamente los han prohibido en Barcelona...
Con todos los respetos, esa identificación no se da en el caso de la gaita gallega. Ni siquiera con los tres mil gallegos que quizá acompañaron a Manuel Fraga...
Dejémonos de gaitas y vayamos a los toros: bien armado el castaño primero, flaquea, Ponce lo cuida con el capote y brinda al público. Queda corto, soso. Le da distancia, lo va haciendo pero se le queda debajo dos veces.Faena pulcra, correcta, sin posible lucimiento. Estocada caída.
Un pedazo de toro es el cuarto, negro, que embiste sin ningún celo en los delantales y la larga de Ponce. Se despierta y arrea en banderillas. Faena magistral de
Ponce a un manso, rajado, que huye a tablas: lo cose a la muleta y lo exprime por completo. Reúne conocimiento, dominio, valor, elegancia natural... Todo perfecto, salvo la estocada.
Lidia impecable El Juli al segundo, de hermosa estampa pero renqueante : le da espacio, no le deja irse , pero el toro se raja por completo. Si uno no quiere, no hay pelea... Decepción y estoconazo.
Se lastima el quinto al intentar saltar. El sobrero de Ortigao se entrega poco. Naturales largos, mandones de El Juli; derechazos magníficos, en un palmo de terreno. Faena seria, completa, de un diestro en plenitud. Estocada caída: oreja.
Lancea solemne Manzanares al tercero, también flojo, que se crece en banderillas: dos grandes pares de Juan José Trujillo. Aunque el toro protesta, muletea con gusto. Por la izquierda, el toro sale dormido, pero logra meterlo en el engaño con preciosos naturales, que levantan clamor. Entrando de lejos, como suele, media en lo alto, pero pierde el trofeo con el descabello.
Flojo también el último, lo templa Manzanares de maravilla: derechazos, naturales, de pecho, cambios de mano, remates... Todo, con armonía , con estética, con personalidad. Gran estocada, volcándose: oreja y petición de la segunda.
Han flojeado los toros del Ventorrillo pero , sin triunfalismos, hemos disfrutado con faenas de verdad hermosas... Con orejas o sin orejas, igual me da. Sin demagogias: por algo son figuras. Tres estilos del arte de torear: sabiduría, técnica, estética... Dos maestros en plenitud y un joven en camino de serlo. Y sin gaitas que valgan...
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