«Aquí todos dicen que va a ser canjeado por los secuestrados»
El abogado del captor de Vilalta, Pascual y Gámez cree que su cliente será moneda de cambio en Malí
El delincuente que llevó a cabo el secuestro de tres españoles hace casi nueve meses en Mauritania por encargo de Al Qaida del Magreb Islámico (AQMI) se ha convertido en un símbolo para esta banda. Su extradición la semana pasada a Malí tras ser condenado a 12 años de prisión en Mauritania se interpreta como un acercamiento en las negociaciones para poner fin al cautiverio de Albert Vilalta y Roque Pascual, pues Alicia Gámez fue liberada en marzo. Al Qaida podrá vender el regreso en libertad al desierto del mercenario como una victoria.
«Omar Saharaui ha sido enviado a Malí para facilitar la liberación de los españoles», afirma a ABC una fuente mauritana próxima a las investigaciones. «En breve estará en libertad», añade refiriéndose a él como moneda de cambio. «Aquí en Nuakchot todos dicen que va a ser canjeado por los españoles. En cualquier caso no sé si esto será cierto o no», declara a este corresponsal el abogado Sidi Bounena, que asegura no tener
«contacto con mi cliente desde que fue llevado a Malí, pero estoy tranquilo porque él quería irse y yo busco lo mejor para él», añade dando una pátina de normalidad a la extradición a pesar de que Saharaui no ha sido reclamado por Bamako ni tiene allí causas pendientes.
Un hombre del desierto
Omar Uld Sidahmed Uld Hamma, conocido como Omar Saharaui, con documentación malí, es un hombre del desierto que comercia y trafica desde hace años por diferentes países de la región. No forma parte de la nómina de AQMI, pero está considerado por Mauritania como el cabecilla de la célula ejecutora del secuestro de los españoles el 29 de noviembre.
Saharaui, fue detenido en febrero en Malí y trasladado a Mauritania. Allí fue condenado el 21 de julio a 12 años de prisión y trabajos forzados, una pena confirmada el 11 de agosto en apelación. En el proceso no compareció ningún testigo, tampoco se presentaron pruebas ni ninguno de los otros cinco acusados que le acompañaron acabó entre rejas. Para muchos se trató de un «juicio tapadera».
Saharaui, que pasó las dos jornadas en el interior de una celda instalada en la sala del tribunal, esbozó una sonrisa mientras conversaba con el abogado Sidi Bounena minutos después de asistir al sorprendente cambio de timón del fiscal, que dio marcha atrás en su petición de cadena perpetua y rebajó la pena solicitada a 12 años. España ha presionado a Mauritania para que acceda a las exigencias de AQMI, que pide la libertad de algunos de sus presos para dejar libres a Vilalta y Pascual.
Los aviones de la Fuerza Aérea Española frecuentan Nuakchot, por donde han pasado, entre otros, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y el general jefe del Centro Nacional de Inteligencia, Félix Sanz Roldán. Ambos se reunieron con el Presidente Mohamed Uld Abdel Aziz para, tratar de desatascar el secuestro más largo llevado a cabo por AQMI en el norte de África.
Mauritania siempre se ha negado a canjear presos por rehenes, pero Malí lo ha hecho en varias ocasiones. La última fue el pasado febrero, cuando el francés Pierre Camatte fue puesto en libertad por AQMI a cambio de cuatro terroristas de esa banda. «La presión española ha dado sus frutos», reconoce una fuente cercana al Gobierno mauritano. El Ejecutivo español y la célula del CNI creada ex profeso para este caso han multiplicado sus contactos en los países de la región negociando a diferentes bandas. La discreción y la no utilización de la fuerza han sido dos máximas. Por eso todas las miradas se centran ahora en Malí, en cuyo territorio los terroristas mantienen a los españoles.
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