Argentina, el verano del frío
Los “porteños” aprovechan para marcharse a la nieve, visitar las Cataratas de Iguazú, hacer el tour de las bodegas en Mendoza o avistar los pingüinos en Península Valdés

Al otro lado del hemisferio, en la zona sur, el verano en agosto es cosa del norte. Cuando en España se suda la gota gorda en la playa, aquí ataca el invierno en la costa y en la ciudad. Este año el frio ha sorprendido a muchos por la persistente ola polar que ha obligado a sacar “frazadas” (mantas), “camperas” (cazadoras) de plumas y hasta gorritos de lana.
Con este panorama, en las vacaciones de invierno, los fines de semana y algún que otro puente que cae este mes, los “porteños” (de la ciudad de Buenos Aires) aprovechan para marcharse a la nieve, visitar las Cataratas de Iguazú, -donde siempre hace buen tiempo-, darse un salto a Mendoza para hacer el tour de las bodegas (imperdible la de Fournier), avistar los pingüinos en Península Valdés o disfrutar del encanto de Buenos Aires, una ciudad que siempre tiene algo nuevo que ofrecer.
Los amantes del esquí pueden elegir entre una enorme variedad de estaciones. La más tradicional, equivalente a Baqueira Beret, es Las Leñas donde hay una generosa oferta de hoteles a pie de pista. Entre las novedades de esta temporada sobresale la primera “snow airbag” de América del Sur. Esto es, una enorme colchoneta sobre la que caer los amantes de las piruetas y los saltos acrobáticos. La mega bolsa de aire es de 20 metro de largo por 10 de ancho y 4 de alto. Pesa unos 400 kilos y se infla en 20 minutos con dos motores. Gracias a ella los esquiadores desafían a los agoreros que insisten en que volar sólo es cosa de pájaros.
Blanco y radiante el verano en Las Leñas, el esquí nocturno, los pases de modelos y la marcha de noche con los famosos de turno, tiene en esta estación un excelente representante. Dicho esto, nada apunta en desmedro de sitios espectaculares como Ushuaia (otro mundo), Bariloche (motos de nieve, pueblo, bosque y lagos), Cerro Castor (Golf sobre nieve), Cerro Bayo (Snow Polo) o Chapelco (academia de niños).
Conviene recordar que en Argentina las vacaciones de invierno apenas son de un par de semanas en julio y agosto. Salvo el puente con motivo de la fiesta del General San Martín (“padre de la patria”) la gente curra y entiéndase esta palabra en el sentido español porque el término aquí equivale a hacer chanchullos. Por tanto, conviene no perder de vista que Buenos Aires sigue siendo el mejor destino para divertirse y descansar.
Lo último en este terreno son las salas de relajación para echar una siesta. Ofrecen luz tenue, tumbonas y silencio. De despedida, un regalo para los cinéfilos comodones a los que no afecta el olor a comida en el cine. El Dot Shopping Baires, desde la una y media de la tarde hasta las tres de la mañana, ofrece en dos salas funciones de lujo. Las butacas son reclinables y prácticamente iguales a las de primera clase de los aviones. Además, hay servicio de comida a la carta con camarero exclusivo. Los platos se sirven en momentos estratégicos de la película para no incordiar. Todos vienen troceados para evitar el cuchillo y acompañados –aunque cada uno elige- de un buen Malbec que es la uva típica de argentina.
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