La pregunta más interesante del vodevil montado por Zapatero y Blanco en el socialismo madrileño es qué les ha hecho Tomás Gómez para provocarles tal cúmulo de desatinos. Cuando no parecía que la Operación Torpeza pergeñada por ambos pudiera empeorar, no han tenido idea más peregrina que poner a disposición de los ciudadanos la prueba más obvia de sus turbios manejos que es esa encuesta fabricada en junio para tumbar preventivamente a Gómez.
Y todo por el durísimo editorial de «El país» el domingo sobre la impericia de Zapatero en este proceso que provocó la reacción imprudente del orgullo herido. En forma de filtración a la Ser de la supuesta prueba de su acierto que es, en realidad, la prueba más definitiva de su torpeza. Una encuesta totalmente dirigida para probar lo que ambos pretendían concluir. Que Jiménez superaba a Gómez en todas las preguntas. Lo que, leída la encuesta con un mínimo de atención, es la simple consecuencia de poner a competir en popularidad a una ministra con muchos minutos de telediarios en su haber con el líder de un partido de la oposición que ni siquiera está en el Parlamento de su Comunidad. Establecida la falta de notoriedad de Gómez en las primeras preguntas, las que vienen a continuación llevan a lo inevitable, a que los encuestados sean más favorables a quien ya conocen que a quien desconocen.
Y más flagrante es aún el momento y el diseño de la encuesta. En junio, cuando Jiménez negaba cualquier intención de presentarse, y con una comparación exclusiva entre Gómez y la que ya estaba designada, Jiménez, y no entre varios líderes madrileños, como era lógico en ese momento. Para rematar, la sugerencia de quienes suponen la misma torpeza en sus receptores. La de que la encuesta probaría una diferente intención de voto al PSOE con Jiménez o con Gómez. Lo que ni está en esta encuesta ni en ninguna porque nadie lo ha testado.